martes, octubre 31, 2006

Severino Di Giovanni

El anarquista de las rosas rojas



Severino Di Giovanni (1901-1931) fue fusilado el 1º de febrero de 1931 por la dictadura de Uriburu. Tenía 29 años.
Considerado el “hombre más maligno que pisó tierra argentina”, se ocultó lo esencial de su personalidad: ser un representante de la violencia de abajo. De esos que la sociedad no tolera ni perdona. Creía en el derecho a matar al opresor aunque cayeran inocentes, y tenía un fundamento ideológico para sus actos. Llevó a cabo atentados con bombas y grandes asaltos en su raid revolucionario. Su foto ocupó la primera plana de los diarios y un comisario lo llamó un “Robin Hood moderno”.
Pero también era un hombre de ideas, un estudioso autodidacta, un escritor y periodista excepcional, un compañero solidario y un militante apasionado. Creía en el amor a rajatabla, en una sociedad más justa, en el respeto al individuo como tal. Y vivió un amor prohibido para la época.
El exilio americano
Nació en Chieti, Italia, el 17 de marzo de 1901. Estudió para maestro y, aunque no se recibió, ejerció hasta que el fascismo lo obligó al exilio. Mientras aprendía el oficio de tipógrafo y leía a Proudhon, Bakunin, Reclus, Kropotkin, Malatesta, Nietzsche y Stirner. En Italia, Mussolini imponía con sangre su autoridad. Miles de opositores eran muertos, encarcelados y expulsados. Muchos anarquistas recalaron en Argentina, entre ellos, Di Giovanni. Llegó a Buenos Aires en 1923 con su esposa Teresina y su hija Laura. Dos años más tarde nacieron sus otros hijos, Aurora e Ilvo.
Al principio, cultivaba y vendía flores. Más tarde consiguió trabajo como tipógrafo y se conectó con grupos antifascistas. Aprendió rápido el castellano y las crónicas de la época lo describían como un hombre de “rasgos bien conformados, rubio, tez ligeramente rosada, ojos color azul mar, de una luz intensa, casi febril...”.
En 1925, lo más selecto de la colectividad italiana en la Argentina, los “camisas negras” y las autoridades nacionales participaban de un evento en el Teatro Colón. Los anarquistas, al grito de asesinos, repudiaron a los representantes de Mussolini. Di Giovanni fue detenido por primera vez y el prontuario policial lo calificó de “terrible agitador anarquista”.
Fuerza movilizadora
El poder de los anarquistas movilizaba a miles de obreros, editaban periódicos que se vendían como pan caliente, tenían foros de debate y luchaban por los derechos laborales. Existían diversas corrientes. Por un lado, los que hacían el diario La Protesta, a cargo de López Arango y Abad de Santillán y la Fora (Federación Obrera Regional Argentina), que eran considerados el anarquismo oficial. Proponían la educación y la propaganda como medio de lucha. Por el otro, se encontraban los del periódico La Antorcha y los gremios autónomos de izquierda que, en cierta medida, avalaban el uso de la violencia política.
Además existían los “expropiadores”. Se dedicaban al robo y falsificación de dinero, porque consideraban que recuperaban parte del botín que la burguesía –elegantemente– le robaba a los obreros.
Y surgió Di Giovanni con su periódico Culmine, que propiciaba el anarquismo individual y la lucha “cara a cara” con el enemigo fascista. A través de Culmine, polemizó con los otros sectores, publicó sus poemas, se ocupó del tema de la emancipación femenina y de los compañeros caídos en la lucha o que estaban en prisión. Severino financiaba la revista con su trabajo, organizaba tertulias culturales y recibía el aporte de compañeros. Su lema era: “De la propaganda a los hechos”. Creía en las posibilidades del individuo para cambiar con su acción a la sociedad. Y lo puso en práctica. El mundo estaba conmocionado con la condena a muerte de Sacco y Vanzetti en Estados Unidos. Severino se sumó a la campaña por la liberación de los anarquistas.
El 16 de mayo de 1926, una bomba estalló frente a la embajada de los Estados Unidos en Buenos Aires. Fue el primer atentado de varios que realizó contra objetivos norteamericanos. El gobierno radical de Alvear inició una feroz represión y detuvo a cientos de anarquistas italianos. Los datos los proporcionaba la embajada de Mussolini a la policía argentina, ya que tenían una fluida relación.
En ese tiempo conoció a Paulino y Alejandro Scarfó, a través de quienes entraría a la vida de Severino una adolescente que lo haría estremecer de amor con su ojos negros: América Scarfó.
En el marco de la lucha por Sacco y Vanzetti, el anarquismo protagonizó su última gran movilización de 100 mil personas, en agosto de 1927. Ese año Severino comenzó vestirse de negro. Usaba un sombrero de ala ancha y un pañuelo al cuello. No fumaba, no bebía, trabajaba incansablemente y comía cuando se acordaba. En la Navidad de ese año hubo por primera vez víctimas inocentes en un atentado perpetrado por él. La violencia lo encerró en una trampa de la que no podría escapar.
Las bombas anarquistas eran artefactos hechos de hierro, dinamita y gelignita. Se preparaban dentro de grandes valijas y se colocaban acostadas para su detonación. Carecían de precisión y eran muy poderosas.
El 23 de mayo de 1928 una explosión destruyó el nuevo edificio del consulado italiano en Buenos Aires. Los objetivos eran el embajador y el cónsul Capanni, pero cayeron más inocentes. Este hecho dividió al anarquismo vernáculo para siempre. Los sectores revolucionarios y extranjeros apoyaron a Severino. Pero los anarquistas de La Protesta lo acusaron de espía fascista y agente policial. Polemizó con Abad de Santillán y López Arango durante meses, y los ataques fueron cada vez más feroces y personalizados. En octubre de 1929, Severino les exigió una retractación. En una discusión con López Arango, lo mató.
Cuando pensaba marcharse a París con su amada y su familia, la detención de Alejandro Scarfó, en diciembre del ‘28, lo hizo posponer sus planes. Para conseguir dinero se conectó con el grupo de expropiadores de Miguel Ángel Roscigna, y cometieron varios asaltos. En ese tiempo escribió: “Vivir en monotonía las horas mohosas de lo adocenado, de los resignados, de los acomodados, de las conveniencias, no es vivir la vida, es solamente vegetar y transportar en forma ambulante una masa de carne y de huesos. A la vida es necesario brindarle la elevación exquisita del brazo y de la mente”.
Terminó la década del ‘20 siendo el hombre más buscado en el país. Con una vida y un amor clandestino, ejecutaba a los traidores, ponía bombas, escribía análisis políticos para revistas locales y medios extranjeros, leía, se preocupaba por su familia y se escabullía de la policía.
Severino inició 1930 con un plan de trabajo diseñado que denota un cambio en su actitud. En su nueva revista, Anarchia, todos los sectores anarquistas exponían sus ideas. Buscaba un acercamiento.
Hasta el golpe de estado sólo utilizó la violencia en la expropiación y liberación de presos. A partir del 6 de setiembre de 1930, reinició los atentados con bombas. Por fin tenía al enemigo fascista “cara a cara”, pero la sociedad aplaudió a los uniformados.
En enero de 1931 estallaron tres artefactos dinamiteros. La dictadura se sintió desafiada y afiló sus garras. En esos días, detuvieron a Mario Cortucci, hombre de Severino, quien sucumbió al nuevo invento de Leopoldo Lugones (h), la “picana”. Resistió 10 días la tortura y dio la dirección de Burzaco creyendo que sus compañeros se habían mudado.
Un juicio teatral
El jueves 29 de enero de 1931 Severino fue detenido al salir de una imprenta. Intentó escapar y lo persiguieron por las calles y techos de Buenos Aires. La policía disparó más de 100 veces. Severino, cinco.
En el tiroteo cayó muerta una niña y hubo heridos. Atrapado en un garaje, se disparó en el pecho. La herida era leve y lo atraparon con vida.
La sociedad se regocijó. Por fin había caído ese insolente revolucionario. La noticia salió en las primeras planas de todo el país. Uriburu ordenó un juicio rápido y al paredón. El teniente primero Franco fue su defensor.
Cuando reo y abogado se encontraron, Severino le aclaró que no iba a mentir. “Jugué y perdí. Como buen perdedor, pago con la vida”, le dijo. Impresionado, Franco dio pelea. En su alegato, planteó la incompetencia del tribunal militar para juzgar al detenido, apeló al principio humano contra la pena de muerte, estableció que Di Giovanni recurrió a la defensa propia, y que la bala que mató a la niña no era del reo. El tribunal enrojeció de furia con la defensa y Franco fue castigado. Tiempo después murió envenenado en una cena de camaradería.
Severino y Paulino Scarfó fueron salvajemente torturados antes de ser fusilados. Con tenazas de maderas les aplastaron la lengua, les retorcieron los testículos y los quemaron con cigarrillos, entre otros vejámenes.
Una muchedumbre se agolpó en las puertas de la prisión para escuchar las descargas. Otros tantos reclamaban su derecho a presenciar la ejecución. Algunos periodistas y encumbrados ciudadanos lo lograron. Como si fuera una función teatral, todos querían ver morir a Di Giovanni. Ocho descargas le perforaron el pecho. Cayó al suelo y le dieron el tiro de gracia.
Un aullido desgarró la madrugada. Eran lo presos despidiendo al compañero. En estricto secreto el cuerpo fue trasladado al cementerio de la Chacarita. Sin embargo, al día siguiente la tumba de Severino amaneció cubierta de flores rojas.
[b]UNO FUE UN SALUDO, LOS OTROS FUERON GRITOS[/b]“Estaré en posición viril y de fiereza, y no de rodillas” (Severino Di Giovanni)

La sociedad argentina de aquel entonces vivió el episodio intensa y mediáticamente. La clase media nacional (la misma que había adorado a Irigoyen y, en apenas unos años, lo derrocaba, incendiaba su casa y apoyaba al nuevo presidente/general) se dio cita masivamente en derredor al penal en el que los anarquistas fueron fusilados. Las crónicas de época de todos los periódicos, sin excepción, dan cuenta de aquel extraño “paseo” cuasi circense que algunos centenares de porteños hicieron hasta la vereda de la cárcel sólo para escuchar desde el otro lado de los muros los disparos que acabarían con la vida de esa persona de la que habían sentido hablar en muchas -muchísimas- ocasiones.
El espíritu convocante no era otro que el de asistir al morboso espectáculo del ajusticiamiento. Si bien nadie (salvo su defensor, los obreros que llenaron de rosas rojas su tumba y algunos compañeros anarquistas) objetó los fusilamientos, la clase media argentina nunca pudo resolver -entre tantos otros problemas más o menos importantes que jamás tuvo el coraje ni las ganas de resolver- qué “tipo” de persona fue Severino dentro de la historia de este país.Bandido
El fusilamiento se consumó, y durante décadas el debate sobre la esencia de Di Giovanni continuó. Intelectuales como Beatriz Sarlo o Ernesto Sábato suscribían a la idea del Severino bandolero bestial, entonces reseñaban antojadizamente al tipo frío y calculador a la hora de ejercer la violencia individualista y caprichosa. Aquella instancia de simplificación, teñida por más o menos ingredientes de romanticismo antilegalista (ese juego sincrético y amarrete) fue una manera fácil de acceder a un ansiado “resumen histórico lapidario” para sepultar rápidamente a un personaje mucho más complejo. Correr subjetivamente a Severino hacia el reino de los bandoleros carismáticos fue ubicarlo en un panteón en donde no jodiera más a nadie.Libertario
Ya en vida del anarquista, la prensa (¡hasta el periódico anarco-sindical “La Protesta”!) y la policía hacían circular el mote de ladrón romántico y asesino calculador para Di Giovanni, a quien se le adjudicaron decenas de atentados y episodios de violencia contra la propiedad y las personas que él nunca había cometido. Casi nadie (Osvaldo Bayer es casi la única excepción histórica a esta regla) se detuvo a mirar al militante, al hombre de ideas, al luchador libertario. Ni antes ni después de su fusilamiento.
Por eso es conveniente aprovechar esta fecha exacta para repasar con atención al Severino libertario, al hombre de las ideas, al tipo que no temió en ir personalmente hasta una imprenta a buscar los volúmenes de un compendio de escritos de Reclus (caramba: ¡un humanista pacifista!) que él mismo había mandado a imprimir. Allí lo celaron y allí lo apresaron: con una mano sobre su revolver y otra sobre Reclus.
Sin santificar a Di Giovanni, convendría profundizarlo sin miedos conformistas. Habría que tratar de derribar el demonio histórico que la imaginería oficial argentina ha construido en todos estos años. Y no solo eso; tampoco habría que dejar su nombre solo. No se puede pasar por alto a hombres y mujeres como Paulino, América y Alejandro Scarfó; a Juan Marquez, a José Romano, a Agostino Cremonessi, a Braulio Rojas a Artemio Pieretti; a los anarquistas de los puertos de Rosario, Buenos Aires e Ingeniero White. Todas esas personas que entendieron la militancia libertaria de esa manera. Necesitamos ver de cerca a esos personajes que hoy parecen lejanos gracias a la seductora presencia de una globalización tecnologizante, de un apagado sentido de la militancia.
Grito

El 23 de Agosto de 1927, segundos antes de que Bartolomeo Vanzetti fuera ejecutado en Charlestown (en el corazón mismo del imperio), se escucharon sus últimas palabras dichas con una tranquilidad tan glorificante como pasmosa: “Buenas noches señores, y que viva la anarquía”, dijo, saludando con paciencia altiva a un mundo que había asistido a su ejecución injusta; ejemplificante del nuevo orden mundial. Vanzetti sabía que la multitud estaba con él.
Cuatro años después Severino y Paulino acortaron esas palabras finales y -segundos antes de ser asesinados- simplemente gritaron con furia “¡Viva la anarquía!”. Hay aquí una diferencia notable a resaltar: aquellos dos no fueron saludos; aquellos fueron gritos. Los gritos de dos hombre de ideas que sabían que la multitud no estaba con ellos en aquellas dos madrugadas; pero tal vez intuían que la historia - tarde o temprano- habría de darles la razón. Por eso conservaron lo más noble de su carácter y gritaron su fe de aquella manera.

La noche del 2 de febrero de 1931 un Tribunal Militar decidió la suerte de Severino di Giovanni: seria fusilado esa madrugada en el patio de la vieja cárcel de la calle Las Heras. La sentencia se cumplió exactamente a las 4.45; ocho balazos terminaron con la vida de la figura mis renombrada del anarquismo de aquellos años. Pocas horas antes, di Giovanni fue encontrado culpable de la muerte de tres policías y varios asaltos cometidos en Buenos Aires. Al día siguiente, junto con la noticia de su muerte, los periódicos dieron algunos datos biográficos de di Giovanni. Se supo, por ejemplo, que había nacido en Chieti, cerca de Roma, en marzo de 1901. Había llegado a nuestro país a bordo del vapor "Sofía" en 1920 y era el responsable de la edición de "Culmine", un periódico anarquista que se distribuía en los alrededores de Buenos Aires. El fue además quien dirigió los asaltos al Hospital Rawson y a la empresa La Central, dos de los atracos más espectaculares y sangrientos de la década del 20. Su vida había estado signada por la violencia, como su muerte.

Tambien hay como una gran controversia historica acerca de la figura de Severino, se dice que fracciono a los anarquistas de la epoca, dicen que estan en prision fue aislado del resto de los anarquistas debido a que estos no lo consideraban tal, por ser excesivamente violento y que contradecia los principios anarquistas, no encontre mucha información al respecto, solo lo que sigue a continuación:

"En 1923, la división entre La Protesta y La Antorcha quedó consumada. Entre los "antorchistas" figuraban dos personalidades destacadas: el celebre dirigente de los metalúrgicos de Buenos Aires y secretario del Comité Pro-presos y perseguidos, Miguel Arcángel Roscigna, y el maestro de escuela Severino di Giovanni, secretario del Comité Antifascista italiano, sentimental e idealista, a quien la fuerza, brutal del Estado lo transformará en "el idealista de la violencia" [152]. Germán Boris había puesto en movimiento una maquinaria que para marchar no necesitaba nada más que se la engrasara. Hipólito Irigoyen, siguiendo la pauta de los anteriores presidentes conservadores de la Argentina, se encargó, con su metódica represión, y con sus encarcelamientos continuados, de untar la máquina para "

jueves, septiembre 28, 2006

La columna de Durruti

 En medio del entusiasmo general, el 24 de julio salía de Barcelona la primera columna de milicianos; se trataba de la Columna Durruti y estaba compuesta de unos dos mil hombres. Casi simultáneamente a esta columna, partió también Columna de Antonio Ortiz Ramírez, que posteriormente tomaría el nombre de Columna Sur-Ebro. Pocos dias después salía también la Columna Ascaso con los delegados Domingo Ascaso, Gregorio Jover y Cristóbal Aldabaldetrecu, que se dirigió hacia Huesca. Estas primeras columnas pertenecían a la CNT, y fueron las primeras en partir hacia el frente. Las siguió más adelante la Columna Trueba-Del Barrio, organizada por el PSUC y que se dirigió hacia Tardienta y la Columna Rovira-Arquer, del POUM, una de cuyas facciones se situó en Grañen (Alcubierre) y otra en Huesca. El 20 de agosto partió otra columna de la CNT, la Columna de Los Aguiluchos, con Miguel García Vivancos como delegado, con destino a Huesca. Ya en el mes de septiembre partió hacia el frente otra columna de la CNT, la Columna Roja y Negra, como delegado estaba García Pradas, y más o menos por la misma fecha también partía la Columna Macià-Companys, bajo el mando del teniente coronel Jesús Pérez Salas.

A medida que la Columna Durruti avanzaba (también con las otras columnas de la CNT) se iban formando colectividades campesinas que abolieron la propiedad privada, el dinero y el asalariado, pues para ellos no tenía sentido la lucha si a la vez no se producía una revolución que llevara a un mundo nuevo. La organización de estas columnas de milicianos fue llevada a cabo por los mismos futuros combatientes, estructura que se conservaría hasta la militarización general en marzo de 1937. El esquema adoptado era sencillo: diez milicianos constituirían un grupo, que nombraría a un delegado de grupo; diez grupos formaban una centuria, que debía elegir a su vez un delegado de centuria; cinco centurias componían una Agrupación, que dispondría de un responsable, que junto a los delegados de centurias formaría el Comité de Agrupación.

Esta organización de las columnas no agradaba, como es lógico, a los asesores militares y técnicos de las Columnas. Así pasaba con Pérez Farràs, militar asesor de la Columna Durruti, que consideraba indispensable la disciplina; pero las ideas de los combatientes anarquistas estaban muy definidas, y el mismo Durruti lo deja muy claro con estas palabras: "Se nos impone la guerra, y la lucha que debe regirla difiere de la táctica con que hemos conducido la que acabamos de ganar, pero la finalidad de nuestro combate es el triunfo de la revolución. Esto significa no solamente la victoria sobre el enemigo, sino que ella debe oponerse por un cambio radical del hombre. Para que ese cambio se opere es preciso que el hombre aprenda a vivir y conducirse como un hombre libre, aprendizaje en el que se desarrollan sus facultades de responsabilidad y de personalidad como dueño de sus propios actos. El obrero en el trabajo no solamente cambia las formas de la materia, sino que también, a través de esa tarea, se modifica a sí mismo. El combatiente no es otra cosa que un obrero utilizando el fusil como instrumento, y sus actos deben tender al mismo fin que el obrero. En la lucha no se puede comportar como un soldado que le mandan, sino como un hombre consciente que conoce la trascendencia de su acto. Ya sé que obtener eso no es fácil, pero también sé que lo que no se obtiene por el razonamiento no se obtiene tampoco por la fuerza. Si nuestro aparato militar de la revolución tiene que sostenerse por el miedo, ocurrirá que no habremos cambiado nada, salvo el color del miedo. Es solamente liberándose del miedo que la sociedad podrá edificarse en la libertad" (Abel Paz, Durruti en la Revolución española, Colección Biografías y Memorias/ 3 Fundación Anselmo Lorezo, pag. 527).

El primer enfrentamiento con los alzados tuvo lugar en Caspe, donde un grupo de milicianos que habían salido por su cuenta de Barcelona el 23 de julio ya luchaban conta ellos. Gracias a la llegada de la columna se pudo recuperar Caspe, y continuaron con Fraga, Candasnos, Peñalba, La Almanda, etc. hasta que el 27 de julio llegaron a Bujaraloz, donde se instaló el Comité de Guerra. Al día siguiente la Columna avanzó en dirección a Pina y Osera, pero al poco de partir aparecieron aviones enemigos que bombardearon la columna, haciendo cundir el pánico entre los milicianos, muchos de los cuales se echaron a correr. La intervención de algunos de los componentes de la Columna evitó una desastrosa retirada. Durruti decidió entonces volver a Bujaraloz para informarse mejor de las posiciones del enemigo antes de atacar. En Bujaraloz Durruti reunió a sus milicianos y les dirigió un discurso en el que destacó la importancia de actuar de forma rápida si se quería tener éxito, ya que los rebeldes contaban con el apoyo de Alemania e Italia y ellos no contaban con ninguna. Su objetivo estaba claro: tomar Zaragoza y después Pamplona, para poder contactar con la zona norte controlada por los republicanos.

Así pues, la columna volvió a ponerse en marcha, ocupando las poblaciones de Pina y Osera y llegando hasta unos 20 kilómetros de Zaragoza, siendo detenidos por el río y por la oposición de las tropas rebeldes de ésta ciudad. El Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña (órgano de coordinación de las fuerzas combativas en los frentes) dio la orden de parar el avance y estabilizar el frente a la espera de que la Columna Ortiz, que había salido de Barcelona el día 25 de julio, pudiera hacer se con las poblaciones de Belchite y Quinto para así situarse al lado de la Columna Durruti, la Columna Ortiz, cuyo delegado general y con el comandante Fernando Salavera como asesor técnico, tenía la misión de ocupar la región situada al sur del río Ebro. A la Columna Ortiz se le acabaron uniendo dos columnas más pequeñas, una mandada por el militante de la CNT Saturnino Carod y formada por aragoneses procedentes de Zaragoza y otra que procedía de Lleida dirigida por el anarquista Hilario Zamora.

Durruti pareció aceptar las teorías de los técnicos militares, que consideraban necesario la llegada de varias columnas que salían desde Barcelona para poder afrontar un ataque frontal a Zaragoza, por lo que se dedicó a reforzar sus posiciones en Pina y Osera y a reestructurar su columna. El retrasar el ataque a Zaragoza es a todas luces un error ya que, según algunos militantes de Aragón como José Alberola, consideraban que había que aprovechar el momento psicológico que había proporcionado la victoria en Barcelona y que tampoco era necesario que fuera un ataque frontal, ya que podía efectuarse por Calatayud a la izquierda y por Tardienta a la derecha. Este error fue reconocido por el propio Durruti más tarde, cuando ya era imposible la toma de esta ciudad, error que justificó por el riesgo de que se produjeran un elevado número de víctimas en un ataque frontal a Zaragoza.

La Columna "Del Barrio", del PSUC, que llevaba como delegado a Martínez del Barrio y como técnico militar al comandante Sacanell, partió de Barcelona el día 26 de julio. El Comité de Milicias Antifascistas le había encargado la ocupación de la zona comprendida entre Tardienta y la sierra de Alcubierre y alcanzar y tomar Zuera. Esta columna permaneció varios días en Lleida antes de de llegar a su destino y contaba con un grupo de alemanes antifascistas que, dirigidos por Hans Beimler, tomaron el nombre de "Thaelmann".

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El 25 de julio salió para el frente la Columna Rovira-Arquer del POUM, al mando de José Rovira y un excapitán italiano, Russo, como asesor técnico. La misión que le había asignado el Comité de Milicias Antifascistas era el de posicionarse al norte de la Columna "Del Barrio".

Al sector de Huesca llegaron una pequeña columna del POUM y la Columna Ascaso, con Gregorio Jover y Domingo Ascaso (el hermano de Francisco Ascaso, muerto en los acontecimientos de Barcelona) como delegados. Junto a las fuerzas del coronel Villalba, que se había mantenido leal a la República en Barbastro, se inició el asedio a la ciudad de Huesca.

La estructura organizativa de estas milicias no solo no gustaba a los militares, los periodistas que visitaban la zona se burlaban de este sistema de milicias (la visita a la Columna Durruti era obligada), como es el caso de Koltsov corresponsal ruso del Pravda de Moscú. Daré dos ejemplos de la manipulación de la información realizada por Koltsov en su "Diario de la guerra de España", también extraídos del libro de Abel Paz:

Lo que dijo Durruti respecto al armamento según Francisco Subirats, presente en el momento de la entrevista: "no se disponía más que de fusiles viejos e insuficientes para armar a todo el mundo, por lo que se habían establecido turnos alternando la función guerrera con los trabajos agrícolas en los que estaban empleados mil quinientos, y que otros estaban entregados a trabajos en una pista entre los pueblos de Gelsa y Pina (...) eso era una verdadera pesadilla, y que tanto era así, que los milicianos estaban obligados a guardar los cartuchos vacíos para enviarlos a Barcelona para ser recargados". Posteriormente Koltsov aseguraría que Durruti afirmó que el armamento: "era excelente, y que poseía muchas municiones". (Durruti en la Revolución Española, pág 567)

Respecto a la instrucción militar, Durruti dijo lo siguiente: "A los combatientes se les enseña el funcionamiento de las armas, el ejercicio de tiro, la manera de fortificar una posición, cómo protegerse de los bombardeos, cómo atacar por sorpresa una posición enemiga y, en general, la manera de salir victorioso de un combate cuerpo a cuerpo. Pero aquí no enseñamos a marcar el paso ni a saludar, porque no hay superiores ni inferiores. Las relaciones entre delegados y milicianos son cordiales". Koltsov tradujo todo esto como: "militarmente, la Columna era un desastre". (Durruti en la Revolución Española, pág. 567)

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Había otros, como el escritor George Orwell, que comprendieron mejor que si no hubiese sido por los milicianos, que se dirigieron inmediatamente hacia el frentes, in perder el tiempo en preparaciones, fueron las que se opusieron a los sublevados, dando tiempo a que se organizara un Ejército. Lo que pasa es que cuando este Ejército, influenciado por los estalinistas, estuvo preparado se dedicó a sofocar la revolución que se había puesto en marcha.

Durante los primeros días de agosto hubo poca actividad en la Columna Durruti, mientras que la Columna Ortiz no conseguía hacerse con la posición fortificada de Belchite, que recibían suministros y refuerzos desde Zaragoza y Calatayud. El Alcubierre tampoco se conseguían avances, ya que los sublevados sabían muy bien que la pérdida de cualquiera de estos sectores podía suponer una caída rápida de Zaragoza. Así que, mientras que se desarrollaba la actividad a los flancos de la capital aragonesa, en el centro del frente, donde estaba ubicada la Columna Durruti, solo había pequeñas escaramuzas. Además había gran escasez de armamento y munciones, que favorecía mucho esta situación de quietud, entonces se intensificaron las acciones de los grupos guerrilleros de la columna, entre ellos un ataque al puesto de mando de Fuentes de Ebro en el que se capturaron más de medio centenar de prisioneros, entre ellos a varios oficiales. Durruti decidió finalmente ir a Barcelona para estudiar, junto al Comité de Milicias Antifascistas, la manera de poder salir de esa situación. En esos momentos la posición más avanzada era Calabazares Altos, desde donde se podía ver Zaragoza, se había ocupado Aguilar, Osera de Ebro, Monegrillo, Farlete y se había cercado Pina; pero la falta de munición no permitía hacer más.

Fue en Barcelona donde García Oliver le comunicó, muy a pesar suyo, la intención del capitán Bayo de desembarcar en Mallorca. Se consideraba que había que postergar el ataque a Zaragoza, ya que las columnas que operaban aun no habían cumplido sus objetivos, considerados básicos para afrontar un ataque frontal a la capital y por otro lado se estaba organizando la expedición a Mallorca por parte del capitán Bayo, que consideraban muy importante para obligar a Italia a intervenir para conservar sus bases lo cual no podía dejar indiferente a Inglaterra, que se vería obligada a intervenir. Durruti no estaba de acuerdo con esta estrategia que se intentaba seguir, consideraba que Inglaterra y los franceses podían llegar perfectamente a un acuerdo con Italia para evitar que no se extendiera el conflicto y que además, si la expedición militar en Mallorca no tenía éxito, se habría perdido un tiempo precioso en Aragón que aprovecharían los facciosos para reforzarse. Durruti consideraba vital actuar rápido en ese frente y conseguir un contacto con la zona republicana norte, y que si esto se conseguía la guerra estaría ganada ya que se podrían concentrar las fuerzas contra el ejército de Franco que desembarcaba en Andalucía; Durruti daba por sentado el bloqueo del mundo capitalista. Durruti pretendía evitar que la revolución se transformara una guerra, ya que entonces la revolución quedaría subordinada a dicha guerra. Pero esta prisa expresada por Durruti iba más allá de la estrategia: "Si esta situación se prolonga, terminará con la revolución, porque el hombre que salga de ella tendrá más de bestia que de humano... Tenemos que darnos prisa, mucha prisa, para terminar cuanto antes" (Durruti en la Revolución Española, pág 559).

El Comité de Guerra de Aragón estaba ubicado en Sariñena y compuesto por delegados de columnas (Ortiz, Durruti, Aldabaldetrecu, José del Barrio y Jorge Arquer) y asesores militares (con el coronel Villalba como consejero mayor, Franco Quinza, comandante Reyes, teniente coronel Joaquín Blanco y los capitanes Medrano y Menéndez). El coronel Villalba pretendía crear otro Comité, cosa que al final haría, en Huesca, dividiendo el frente en dos sectores. Durruti y Ortiz se oponian a este nuevo Comité, que dificultaría la realización de ofensivas generales. El Comité de Guerra de Aragón decidió lanzar un ataque de gran envergadura en el sector de Huesca, según un plan elaborado por el Consejo Técnico Militar del Comité, motivo por el cual tuvo que regresar Durruti de Barcelona. Para dicho ataque se solicitó la ayuda de la Columna Durruti, dada la poca actividad que desarrollaba en esos momentos. Fue por entonces cuando se produjo la visita de Mijail Koltsov mientras Durruti preparaba a sus milicianos para la ofensiva sobre Huesca. Durruti comentó a Koltsov que era importante concentrarse en Zaragoza, pero que el frente se desplazaba en otras direcciones, también le dijo que la inmovilidad en la que se encontraban respondía a una estrategia de los técnicos militares, que consideraban que había que afianzar las posiciones a norte y sur antes de atacar Zaragoza, y que un ataque que pensaban llevar a cabo contra Fuentes de Ebro debía reforzar estas posiciones. Dicho ataque fue descrito por el periodista francés Albert Souillon, que describió la toma de Fuentes de Ebro por la Columna Durruti.

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Villalba solicitó la ayuda de la Columna Durruti para la toma de Siétamo, así que varias centurias de la Agrupación de José Mira ocuparon Siétamo tras tres días de combates. Una vez ocupada Siétamo, los milicianos de la Columna Durruti la dejaron en poder de los hombres de la columna de Villalba para su defensa, dada su importancia en un futuro ataque contra Huesca. Pero esto también lo sabían los nacionales, que efectuaron un contraataque y derrotaron a los hombres de Villalba a mediados de agosto. Así pues, en septiembre se tuvo que atacar otra vez la posición, y esta vez los nacionales se habían fortificado mejor con seis ametralladoras ubicadas en una posición alta y una batería de artillería. Villalba volvió a pedir ayuda a la Columna Durruti y volvieron a enviarse varias centurias de la Agrupación de José Mira y tras duros combates bajo el bombardeo incesante de la aviación alemana volvieron a ocupar Siétamo, haciendo que los nacionales se retiraran el día 12 de septiembre hacia Estrecho Quinto. La lucha continuó reforzada por varias centurias de la columna del POUM. Se intentó flanquear la fortificada Estrecho de Quinto por el norte, donde se encontró una gran resistencia los días 15 y 18 de septiembre. El día 30 del mismo mes de septiembre se ocupaba las poblaciones de Loporzano y Fornillos, mientras que se atacaba la posición de Tierz y se avanzaba contra Estrecho Quinto, no quedándo más remedio a los nacionalistas que evacuar esta población junto con todas las posiciones que cubrían la ciudad de Huesca por el este. Así pues se ocuparon las posiciones de Siétamo, Loporzano, Monte Aragón y Estrecho Quinto, donde se capturó abundante material militar al enemigo.

Cuando Durruti volvió a Bujaraloz de unos viajes que le habían llevado a Barcelona y Madrid para unos importantes asuntos, se encontró con que la CNT había convocado una Asamblea Regional en Bujaraloz para el 6 de ese mes en las que participarían delegados de las columnas confederales; en tal Asamblea se pretendía crear el Consejo de Defensa de Aragón y la Confederación de Comunidades libertarias de esa región siguiendo los acuerdos tomados en dos Plenos Nacionales de la CNT anteriores en los que se propuso la creación de un Consejo Nacional de Defensa y Comités Regionales de Defensa. Con tal medida se pretendía frenar la influencia que ciertos militares que se oponían al avance de la revolución. Se pretendía de esta manera acabar con la existencia de dos Comités de Guerra autónomos, el de Sariñena y el Norte Aragón, creado por el coronel Villalba y al que se unió Del Barrio. En vez de ocuparse de Huesca el coronel Villalba y Del Barrio se dedicaban a disolver las colectividades libertarias.

Como es de suponer, la noticia de esta Asamblea no hizo mucha gracia en el Norte Aragón ni tampoco agradó mucho a la Generalitat, siendo atacado por la prensa del PSUC. Incluso el propio Comité Nacional de la CNT tampoco estuvo de acuerdo, ya que como el gobierno se negaba a la creación del Consejo Nacional de Defensa, estaban negociando la entrada de la CNT en el gobierno de la República.

El 4 de octubre, coincidiendo con la Asamblea de Bujaraloz, se produjo un ataque de los fascistas en el frente de Perdiguera-Leciñena. Una columna móvil a cargo del teniente coronel Urrutia formada por el batallón n.º 19 de infantería, el "Tercio del Pilar", tres compañías de carros, tres de ametralladoras del Regimiento de Gerona, ametralladoras de la bandera "Palafox", cinco compañías de la Falange, dos escuadrones y dos baterías. Eran unos 4000 hombres en total y contaban con el apoyo de la aviación. Atacaron las posiciones de la Columna Durruti en Calabazares-La Puntaza con el objetivo de cortar la carretera entre Osera y Monegrillo y ocupar dichos pueblos. A pesar de la actuación de su aviación, su progresión pudo ser contenida y rechazada. Pero dos días después volvieron al ataque con más efectivos que progresaron por la carretera Villamayor-Farlete, llegando a las proximidades de esta última población, un segundo ataque con caballería se llevaba a cabo por el flanco derecho en el camino Perdiguera-Farlete, lugar del primer ataque. Debido a la superioridad, los milicianos tuvieron que ceder terreno, pero rápidamente se formó una Columna con fuerzas de los demás sectores que dejó a los milicianos de los sectores tranquilos del frente con tan solo 10 cartuchos, tal era la carencia de municiones.

La Columna formada llegó a la zona de la acción cuando los fascistas distaban tan solo un kilómetro de Farlete y su caballería iniciaba un movimiento envolvente por el sur. La caballería fue parada por la artillería y fue obligada a replegarse perseguidos por los camiones blindados. Frenado el movimiento envolvente, la vanguardia del ataque fascista frenó su avance, momento en el que se inició un contraataque que coincidió con la aparición de aviones de bombardeo republicanos. Los fascistas iniciaron la retirada hacia Perdiguera, en la que abandonaron numeroso material militar.

El día 12 los fascistas volvieron a atacar, esta vez contra las posiciones del POUM en Leciñena, que ocuparon al parecer debido a la escasez de municiones de los milicianos. El peligroso avance pudo ser detenido en las proximidades de Alcubierre por los refuerzos que acudieron a la zona.

El día 14 la Columna Durruti preparó una ofensiva para descongestionar el frente y amenazar la carretera de Villamayor-Perdiguera-Leciñena, durante este ataque el Grupo Internacional de la Columna avanzó demasiado perdiendo el contacto con el resto y entrando en Perdiguera, ocupándola; pero desde Zaragoza acudieron refuerzos muy superiores en número que cercaron dicho pueblo e imposibilitaron que la Columna pudiera ir en su auxilio. Tan solo una parte del Grupo Internacional pudo romper el cerco, el resto se parapetaron en las casas del pueblo donde lucharon hasta el fin.

Finalmente quedó establecido el frente que se prolongaba hacia el norte incluyendo el Monte Oscuro, máxima altura de la Sierra de Alcubierre, estableciéndose contacto con la Columna del POUM, que contraatacaba por Alcubierre.

Fue después de esta ofensiva cuando la Columna recibió la noticia de la promulgación por parte del gobierno de Largo Caballero del decreto de militarización, promulgación coincidente con la salida para Odesa de las reservas de oro del Banco de España. Fue el primer triunfo de los estalinistas y a partir de entonces empezaron los ataques serios contra anarquistas y trotsquistas, pretendían acabar con el POUM y someter a la CNT-FAI. En Barcelona, la Lluís Companys se aliaba con Esquerra Republicana para zafarse del dominio de la CNT, aliándose a su vez con el PSUC con la condición que Andreu Nin (dirigente del POUM) fuera destituido de su puesto como consejero de Justicia en la Generalitat, a lo que accedieron (El Comité Central de Milicias Antifascistas fue disuelto el 26 de septiembre de 1936 y sus militantes entraron a formar parte de la Generalitat como consejeros).

La Columna Durruti, considerando tan malo para la revolución el dejar de combatir como el someterse al decreto, decidió no darse por enterada y no obstante aplicaron algunas de de las disposiciones que consideraron positivas para evitar acusaciones de indisciplina. Intentaban de esta manera armonizar la actitud anarquista con los decretos gubernamentales.

El siguiente paso fue la nacionalización de la industria de guerra y de otros centros de producción, lo que significaba la pérdida del control de la CNT. Y la cosa no paró ahí, se prohibieron las expropiaciones de todos aquellos que no se pudiera demostrar que eran fascistas, hiriendo de muerte las colectivizaciones agrarias.

En una reunión de la CNT del Centro celebrada el 9 de noviembre, ante la situación angustiante en la que se encontraba la capital, se pidió que Durruti fuera a Madrid para que contribuyera a la resistencia levantando la moral de los combatientes. El gobierno, ya en Valencia, aprovaba la idea y la ministra de la CNT Federica Motseny se comprometió a llegar a un acuerdo con Durruti.

En una conferencia efectuada el 12 de noviembre en la que acudieron todos los delegados de Columna de Aragón en la que se propuso el traslado de unos 12.000 hombres a Madrid, decidiéndose que fuera Durruti su delegado. Aunque Durruti no quería dejar el frente aragonés acabó accediendo viendo que era imposible un ataque a Zaragoza.

Se prepararon para ir a Madrid la I Agrupación de José Mira y la VIII de Liberto Ros, junto a las Centurias internacionales 44, 48 y 52. Eran milicianos ya curtidos en los combates en Aragón y había entre ellos muchos mineros hábiles con la dinamita. El total de hombres ascendía a unos 1400 hombres y su Comité de Guerra estaba formado por Miguel Yoldi, Ricardo Rionda, Manzana y Mora. Los rusos se comprometieron a armar la columna, lo que hicieron con material comprado a suizos y mexicanos que no era más que pura chatarra (winchester, fusiles máuser de calibre diferente al español y de mala calidad, fusiles suizos del 1886...). Durruti tuvo que pedir a Barcelona que les proporcionara cinco mil bombas de mano del tipo "FAI".

Durruti llegó junto con García Oliver a Madrid el día 14 para preparar la llegada de su Columna. La Columna llegó en el día 15 y sin descansar, en la madrugada del día 16 ya estaban dispuestos para intervenir en la contraofensiva contra la Ciudad Universitaria, donde habían llegado ya los nacionalistas. Al amanecer del día 16, los hombres de Liberto se desplegaron por el Parque del Oeste y avanzaron encontrando gran resistencia hasta ocupar el Instituto Rubio. Mientras tanto José Mira se desplegaba por el flanco izquierdo, y debían avanzar, por el Asilo de Santa Cristina, la Casa Velázquez y la facultad de Filosofía y Letras, donde debían contactar con los milicianos de Liberto y la XI Brigada Internacional, pero se encontraron con las tropas nacionalistas ya que habían elegido ese momento para atacar entablándose combate. A las siete de la mañana se consiguió ocupar el Hospital Clínico que quedó al cargo de la Centuria 44 y su delegado Mayo Farrán. A las once de la mañana, los milicianos del Clínico fueron relevados por tropas del V Regimiento de Kléber, que llegaban tarde. Durante la noche que va del día 16 al 17 se estuvo luchando para ocupar la Casa Velázquez y Filosofía y Letras, mientras que en el Clínico casi no había lucha. Al parecer las tropas que ocupaban el Hospital Clínico fueron evacuadas o abandonadas a las 23:00 de esa noche. Los hombres de Mira pudieron contactar finalmente con los internacionales y iniciar el asalto a la facultad de Filosofía y Letras.

El día 17 las tropas nacionalistas de Asensio iniciaron un ataque en tres direcciones, Barrón atacaría sobre la Residencia de Estudiantes y dos columnas de Serrano atacarían el Asilo de Santa Cristina y el Hospital Clínico. En el Asilo de Santa Cristina se encontraba parte de las fuerzas de la Columna Durruti que se batieron contra los asaltantes, paso necesario antes de atacar el Hospital Clínico. Durante estos combates parte de las tropas huyeron, sobretodo las que habían quedado en el Hospital Clínico después de la evacuación de la noche anterior. Parte de los que huían, muchos de los cuales no pertenecían a la Columna Durruti, fueron detenidos por un grupo organizado por Miguel Yoldi. Los milicianos de la Columna ocuparon posiciones frente al Hospital Clínico.

En la noche del día 17 se procedió a la reagrupación de los restos de la Columna Durruti sin abandonar las posiciones que ocupaban, y apenas quedaban 700 hombres en malas condiciones de los 1700 hombres que iniciaron el ataque. Esa noche continuaron los ataques. La Columna Durruti era la única que no alternaba a sus fuerzas, estando todas en combate; Durruti intentó que reemplazaran a sus hombres y acudió a Ministerio de la Guerra, donde informó que no le quedaban más de 400 hombres, allí le prometieron que intentarían reemplazarlos el día 19 y que hasta entonces tenían que aguantar. Pensaban acertadamente que si los nacionalistas no conseguían pasar en 24 horas se dedicarían a mantener las posiciones para futuros ataques. Madrid resistía, las Brigadas Internacionales, los aviones y tanques rusos habían hecho su aparición y la propaganda comunista sacaba mucho provecho de ello.

El día 19 el Estado Mayor puso a disposición de la Columna unas fuerzas que acababan de llegar de Barcelona, y fue con estas tropas más una Centuria mandada por Villanueva proporcionada por Cipriano Mera. Con estas fuerzas atacaron el Hospital Clínico. A las siete de la mañana ocupaban algunos de los pisos del Hospital. Pero los milicianos, debido a la resistencia que encontraron en las plantas bajas, se fueron hacia pisos superiores. Los nacionalistas consiguieron ocupar toda la planta baja aislando a los milicianos de los pisos superiores. Por esta razón, Durruti decidió enviar un batallón de reserva con el que contaba para ayudarles. Ese mismo día, 19 de noviembre de 1936 Durruti fue mortalmente herido frente a la cárcel Modelo muriendo al día siguiente en el hotel Ritz, convertido en el hospital de los milicianos catalanes. Se dijo que su muerte fue debida a una bala perdida procedente de la Ciudad Universitaria aunque se rumoreó también que lo había matado uno de sus hombres. El entierro de Durruti en Barcelona fue un acontecimiento extraordinario, durante todo el día desfilaron por la Diagonal de Barcelona una procesión de ochenta a cien personas y por la tarde una multitud de 200.000 personas le aclamaron.

[img]http://tiznao.iespana.es/durruti1.jpg[/img]

[b]algunas frases celebres de buenaventura durruti[/b]

[i]* "Llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones".

* "Existen sólo dos caminos, victoria para la clase trabajadora, libertad, o victoria para los fascistas lo cual significa tiranía. Ambos combatientes saben lo que le espera al perdedor. Nosotros estamos listos para dar fin al fascismo de una vez por todas, incluso a pesar del gobierno Republicano".

* "Ningún gobierno lucha en contra del fascismo para destruirlo. Cuando la burguesía ve que el poder se les escapa de sus manos, alzan el fascismo para mantener sus privilegios".

* "Al Capital no se le discute, se le destruye".

* "La única iglesia que ilumina es la que arde".[/i]


[b]Algunos tanques "made in revolucionarios"[/b]


Los obreros, colectivizaron las fabricas y produjeron algunos de sus propios blindados, aca van a algunas fotos de estos precarios bichos

[img]http://www.barranque.com/guerracivil/tanquebarbastro.jpg[/img]

[img]http://www.barranque.com/guerracivil/tanquebarbastro3.jpg[/img]

Tiznao de Barbastro en el que se lee "1ª Columna de Aragón
Milicias de Barbastro 101" posiblemente se trate de un MTM.


[img]http://www.barranque.com/guerracivil/bt5.jpg[/img]

BT5 de fabricación rusa capturado en el Frente de Aragón.

[img]http://www.barranque.com/guerracivil/sansadurni1.jpg[/img]

El carro Sadurni de Noya con la leyenda UHP
(Uníos, hermanos proletarios)

Entre las autoametralladoras hay que mencionar el BA-20, construida en Cataluña, copia del modelo ruso BA-6 y la autoametralladora Unión Naval de Levante, similar al BA-FA-1; por último, mencionar el Camión Blindado Portamortero, primer vehículo que incorporó un mortero de 81 mm. que podía disparar desde el mismo vehículo, aunque éste vehículo fue construido por los nacionales. Otra modalidad de acorazados fueron los trenes blindados que no eran mas que locomotoras y vagones protegidos con chapas y defendidos por ametralladoras y cañones.

[img]http://www.barranque.com/guerracivil/unionnavallevante.jpg[/img]

Autoametralladora Unión Naval de Levante en el Frente de Aragón

Dentro de esta construcción disparatada de vehículos acorazados había caído totalmente en el olvido la fabricación en Barbastro de varios de estos vehículos, ya que ni su número ni su efectividad militar hicieron que pasaran a la historia, excepto para su propio constructor que es quien nos ha facilitado los datos precisos para conocer las características de estos blindados que hemos querido denominar pomposamente como Carro modelo Barbastro.

Una vez decidida su construcción, gracias a la iniciativa de unos pocos mecánicos de la ciudad, se utilizó para su montaje el taller de Constancio Rámiz, por ser, posiblemente, uno de los mejor equipados de la provincia, ya que disponía de los útiles necesarios, por ejemplo, un torno de 2 m., fresadora etc.

El primer vehículo blindado se construyó con materiales reutilizados, por ejemplo, las orugas procedían de un tractor agrícola, el motor USA era de un antiguo camión, de los comprados en Francia al finalizar la Gran Guerra Europea, y el resto chatarra. Para aumentar la protección de la coraza se utilizaron ballestas de camión soldadas. En la parte superior se le puso una torreta con giro completo y una tronera con el soporte para una ametralladora; las ametralladoras españolas tenían el problema de la utilización de peines rígidos pero con la llegada de máquinas extranjeras con cintas de eslabones el problema se solucionó.

Disponía de dos escotillas laterales de acceso y otra posterior para la cámara del motor. El personal de dotación se componía del jefe de carro, conductor y por lo menos dos personas más y se conducía con palancas.

[img]http://www.barranque.com/guerracivil/tanqueplanes.jpg[/img]

Tanque en la Carretera de Huesca con la leyenda
"Grupo Construcción de Tanques Barbastro",
posiblemente se trate del fabricado en Barbastro.

El modelo era muy similar al de la fotografía, pero el construido en Barbastro no iba carenado, estando las cadenas al aire. Para igualar su aspecto, ya que su construcción se hizo con materiales diversos, se le dio una capa de pintura grisácea. Revisando los diversos carros de la época podemos decir que su aspecto era similar al carro al Carro ligero Trubia o al Euzkadi, con la torreta cilíndrica centrada, aunque el “Barbastro” solo disponía de una ametralladora, y tenía que ser más grande para dar cabida a cuatro sirvientes.

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MTM de la Columna Durruti (Agosto 1936)

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MTM 1 de la Columna Roja y Negra (Septiembre 1936)

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Carro Torras de la Columna Ascaso (Agosto 1936).

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Blindado Unión Naval de Levante
Columna de Hierro (Noviembre-Diciembre 1936)


El 23 de julio de 1936 García Oliver se dirigió por radio a los obreros aragoneses, con un discurso incendiario, incitándolos a la lucha:
"Salid de vuestras casas. Arrojaos sobre el enemigo. No aguardéis un minuto más. En este preciso instante habéis de poner manos a la obra. En esta tarea han de destacarse los militantes de la CNT y de la FAI. Nuestros camaradas han de ocupar la vanguardia de los combatientes. Y si es preciso morir, hay que morir (...). Os decimos que Durruti y el que os habla -García Oliver- partirán al frente de las columnas expedicionarias. Mandamos una escuadrilla de aviación para bombardear los cuarteles. Los militantes de la CNT y de la FAI han de cumplir con el deber que exige la hora presente. Emplead toda clase de recursos. No aguardéis a que yo finalice mi discurso. Abandonad vuestras casas, quemad, destruid. Batid al fascismo"(66).
El anuncio de que se estaban organizando columnas obreras para marchar sobre Aragón suscitó enorme entusiasmo en Barcelona. Los obreros acudieron a sus respectivos sindicatos para inscribirse como voluntarios y los Comités de Barrio comenzaron a tomar la iniciativa de instruir a los voluntarios en los campos de fútbol, u otros terrenos, en las normas más elementales de la lucha, así como en el lanzamiento de bombas de mano y el funcionamiento del fusil.
Entre los inscritos los había de todas las edades, yendo desde los catorce hasta los sesenta años. Y prevalecían activos y competentes militantes obreros y jóvenes libertarios. Inmediatamente se tomó conciencia de que si lo más capaz y mejor preparado de la CNT y de las Juventudes Libertarias salían para el frente, la retaguardia quedaría en manos de los últimos llegados, lo que podría poner en peligro el proceso de autogestión que se estaba llevando a cabo por los obreros, y que se extendía como mancha de aceite. El entusiasmo hubo de frenarse, reflexionando que si bien era importante pegar tiros, aún era más vital triunfar en la expropiación colectiva que se estaba llevando a término, y salir airosos en la nueva etapa económica y social, puesto que de ella dependería, en última instancia, el triunfo de la revolución con la afirmación de la capacidad política y económica de la clase obrera(67).
Esta movilización obrera era única en su género. No había sido decretada por nadie y brotaba directamente de la base. Los voluntarios discutían entre sí sobre la mejor manera de organizarse, porque no se quería resucitar ni el espíritu militarista ni la jerarquía de mando. Y fue de esas conversaciones entre los futuros combatientes que apareció la estructura y organización de las milicias, que se conservaría hasta la militarización general en marzo de 1937. La organización ideada era simple: diez hombres constituirían un grupo que nombraría un delegado; diez grupos formarían una centuria que elegiría a su vez su delegado de centuria; y cinco centurias formarían una Agrupación a cuya cabeza se situaría a un responsable que, junto con los delegados de centurias, formaría el Comité de Agrupación(68).
Pérez Farràs, en tanto que militar y asesor técnico que sería de la Columna "Durruti" que se estaba formando, inmediatamente mostró su desacuerdo sobre esa forma de organización, manifestándose pesimista sobre su valor combativo. Durruti se apercibió pronto que Pérez Farràs no sería mucho tiempo su asesor técnico-militar, y eligió al sargento de artillería Manzana, que comprendía mejor la psicología de los anarquistas hostiles a todo cuanto significara la práctica piramidal militar de manda y obedece. Como asesores, a Manzana y a Carreño, un maestro de escuela, Durruti les confió la tarea de dotar a la Columna con piezas de artillería, municiones y un cuerpo sanitario con médicos y enfermeras, dotados de un quirófano de urgencia.
Manzana, sin muchas explicaciones, comprendió pronto lo que Durruti deseaba de él, y se las compuso a las mil maravillas para cumplir su misión. Conocía a varios soldados de los que se incorporaron a la formación de la Columna, y también a algunos oficiales, y, contando con el apoyo de Durruti y con la idea de que pudieran servir de auxilio instructor a los demás, toda esa gente fue introduciéndose por entre los grupos formados, pero sin violencias, fraternalmente.
[b]Sin embargo, por su lado, Pérez Farràs continuaba pensando de la misma manera, y terminó por plantear la cuestión directamente a Durruti:
"-Con ese método no se puede combatir".
Y Durruti le repuso:
"-Ya lo dije, y vuelvo ahora a repetirlo: durante toda mi vida me he comportado como anarquista, y el hecho de haber sido nombrado delegado responsable de una colectividad humana no puede hacer cambiar mis convicciones. Fue bajo esa condición que acepté cumplir la tarea que me ha encomendado el Comité Central de Milicias.
"Pienso -y todo cuanto está sucediendo a nuestro alrededor confirma mi pensamiento- que una milicia obrera no puede ser dirigida según las reglas clásicas del Ejército. Considero pues, que la disciplina, la coordinación y la realización de un plan, son cosas indispensables. Pero todo eso no se puede interpretar según los criterios que estaban en uso en el mundo que estamos destruyendo. Tenemos que construir sobre bases nuevas. Según yo, y según mis compañeros, la solidaridad entre los hombres es el mejor incentivo para despertar la responsabilidad individual que sabe aceptar la disciplina como un acto de autodisciplina.
"Se nos impone la guerra, y la lucha que debe regirla difiere de la táctica con que hemos conducido la que acabamos de ganar, pero la finalidad de nuestro combate es el triunfo de la revolución. Esto significa no solamente la victoria sobre el enemigo, sino que ella debe obtenerse por un cambio radical del hombre. Para que ese cambio se opere es preciso que el hombre aprenda a vivir y conducirse como un hombre libre, aprendizaje en el que se desarrollan sus facultades de responsabilidad y de personalidad como dueño de sus propios actos. El obrero en el trabajo no solamente cambia las formas de la materia, sino que también, a través de esa tarea, se modifica a sí mismo. El combatiente no es otra cosa que un obrero utilizando el fusil como instrumento, y sus actos deben tender al mismo fin que el obrero. En la lucha no se puede comportar como un soldado que le mandan, sino como un hombre consciente que conoce la trascendencia de su acto. Ya sé que obtener esto no es fácil, pero también sé que lo que no se obtiene por el razonamiento no se obtiene tampoco por la fuerza. Si nuestro aparato militar de la revolución tiene que sostenerse por el miedo, ocurrirá que no habremos cambiado nada, salvo el color del miedo. Es solamente liberándose del miedo que la sociedad podrá edificarse en la libertad"
Durruti se había expresado con suma claridad, y su propósito no era otro que unir la teoría con la práctica y viceversa. Como anarquista él deseaba continuar siendo fiel a sus concepciones libertarias, a pesar de asumir la responsabilidad de dirigir una columna obrera que partía en lucha hacia el frente de Aragón[/b].
Mientras tanto, los preparativos de la expedición a Zaragoza proseguían avanzando. Y pronto, en tierras de Aragón, iban a librarse batallas importantes, tanto en el frente de la guerra como en el frente de la revolución campesina. En Zaragoza se encontraba el cuartel general de la V División Militar bajo el mando del general Miguel Cabanellas. Las fuerzas que este general mandaba en Zaragoza comprendían:
"Dos Brigadas de Infantería: la IX (cuartel general, Zaragoza) y la X (cuartel general, Huesca), más una Brigada de Artillería, la V (Zaragoza), con cuatro Regimientos de Infantería, dos de Artillería, un Batallón de Ingenieros y los Servicios correspondientes.
"Había, además, como unidades no divisionarias, un Regimiento de Carros, otro de Caballería, un Destacamento del Depósito de Remonta, un grupo de Defensa contra Aeronaves, un Parque de Cuerpo de Ejército, un Batallón de Pontoneros y una Comandancia de Sanidad.
"Como mandos principales se encontraban los generales don Miguel Cabanellas (V División), Alvarez Arenas (IX Brigada), De Benito (X Brigada) y don Eduardo Martín González (V de Artillería).
"No deben olvidarse aquí las fuerzas de Orden Público. A las de Asalto de Zaragoza, había que agregar dieciocho compañías de la Guardia Civil y cinco de Carabineros.
"Los efectivos de las unidades del Ejército se encontraban muy mermados, pero, como compensación, puede decirse que, desde sus jefes más altos a los más subalternos, se encontraban, casi sin excepción, magníficamente dispuestos en favor de los planes del general Mola"(71)
José Chueca, refiriéndose a la pérdida de Zaragoza, se pregunta:
"¿Pudimos haber hecho más de lo que hicimos? Es posible. Fiamos excesivamente en las promesas del gobernador civil (Vera Coronel) y concedimos demasiado valor a nuestras fuerzas; no quisimos prever que frente a una acción violenta, como la que podía desencadenar el fascismo, hacía falta algo más contundente que treinta mil obreros organizados en las Sindicatos"(72)
Y Martínez Bande escribe:
"En la misma noche del 17, y nada más tenerse conocimiento de lo ocurrido en Marruecos, masas muy decididas de extremistas se adueñaron de las principales calles. Transcurrió en una tensa expectativa todo el día 18, en que numerosos grupos de voluntarios acudieron a los cuarteles, proclamándose en la madrugada del 19 el Estado de Guerra. Contra esta medida reaccionó la CNT, declarando el mismo día la huelga general revolucionaria, que el 22 quedaba estrangulada, gracias a las enérgicas resoluciones de las autoridades militares y no sin diversos choques.
"En Calatayud, el coronel Muñoz Castellanos declaró el Estado de Guerra el día 20, sin incidentes; pero bastantes pueblos tuvieron que ser rescatados por destacamentos del Ejército, fuerzas del Orden Público y paisanos voluntarios. Al norte del Ebro, fueron siete pueblos, en las riberas, cuatro, y al sur del Ebro, diez con Belchite"(73)
En las condiciones en que habían caído Zaragoza y Calatayud, cayeron también en manos de los sublevados Huesca y Teruel. Como un islote quedaba Barbastro en manos de los soldados que mandaba el coronel republicano Villalba.
Este era el cuadro que ofrecía el territorio aragonés, cuando Durruti, al frente de unos dos mil milicianos, se propuso conquistar Zaragoza.
El 24 de julio, a las diez de la mañana, la Columna "Durruti" debía salir del Paseo de Gracia en dirección Zaragoza, vía Lérida. A las ocho de la mañana, Durruti habló por radio dirigiéndose a la población obrera de Barcelona para pedirles que contribuyeran con artículos alimenticios al abastecimiento de la Columna. Esta llamada insólita sorprendió a todo el mundo. Y, lógicamente, había motivo para ello. La distribución de los alimentos estaba a cargo, en parte, de los Comités de Barrio, del

Sindicato de la Alimentación y del Comité Central de Milicias Antifascistas. Por tanto ¿es que dichos organismos negaban a Durruti la posibilidad de constituirse una intendencia? Pronto Durruti satisfizo la curiosidad:
[b]"-El arma más potente de la revolución es el entusiasmo. En la revolución se triunfa cuando todo el mundo está interesado en la victoria, haciendo de ella cada uno su causa personal. La respuesta a mi llamada -les dijo a los que mostraron su sorpresa- nos dará la medida del interés que pone la ciudad de Barcelona en la revolución y su victoria. Además, esto es una manera de situar a cada uno frente a su propia responsabilidad, una ocasión para que todo el mundo tome conciencia de que nuestra lucha es colectiva y que su triunfo depende del esfuerzo de todos. Este y no otro es el sentido de nuestra llamada"[/b], concluyó Durruti(74)
Poco antes de salir la Columna "Durruti" fue cuando su delegado, que se encontraba discutiendo en el Sindicato Metalúrgico sobre una cuestión de blindaje de camiones, recibió al periodista del Toronto Star, [b]Van Passen, que publicaría un reportaje bajo el título: "Dos millones de anarquistas luchan por la revolución". En el mismo comienza inmediatamente por poner a Durruti ante el lector:
"Es un hombre alto, moreno, de rasgos morunos. Hijo de humildes campesinos. Su voz aguda, casi gutural".
Van Passen le preguntó si él consideraba ya aplastados a los militares rebeldes:
"-No, todavía no los hemos vencido" contestó francamente. Y agregó: "Ellos tienen Zaragoza y Pamplona. Ahí es donde están los arsenales y las fábricas de municiones. Tenemos que tomar Zaragoza y después saldremos al encuentro de las tropas compuestas de Legionarios Extranjeros, que ascienden desde el Sur, mandadas por el general Franco. Dentro de dos o tres semanas nos encontraremos entregados en batallas decisivas.
"-¿Dos o tres semanas?" preguntó intrigado el periodista.
"-Dos o tres semanas o quizá un mes -afirmó Durruti-. La lucha se prolongará como mínimo todo el mes de agosto. El pueblo obrero está armado. En esta contienda el Ejército no cuenta. Hay dos campos: los hombres que luchan por la libertad y los que luchan por aplastarla. Todos los trabajadores de España saben que si triunfa el fascismo vendrá el hambre y la esclavitud. Pero los fascistas también saben lo que les espera si pierden. Por eso esta lucha es implacable. Para nosotros de lo que se trata es de aplastar al fascismo, de manera que no pueda levantar jamás la cabeza en España. Estamos decididos a terminar de una vez por todas con él, y esto a pesar del Gobierno...
"-¿Por qué dice usted a pesar del Gobierno? ¿Acaso no está este Gobierno luchando contra la rebelión fascista?, pregunté sorprendido.
"-Ningún Gobierno en el mundo pelea contra el fascismo hasta suprimirlo -me respondió Durruti-. Cuando la burguesía -agregó- ve que el poder se le escapa de las manos, recurre al fascismo para mantener el poder de sus privilegios. Y esto es lo que ocurre en España. Si el Gobierno republicano hubiera deseado terminar con los elementos fascistas, hace ya mucho tiempo que hubiera podido hacerlo. Y en lugar de eso, temporizó, transigió y malgastó su tiempo buscando compromisos y acuerdos con ellos. Aún en estos momentos, hay miembros del Gobierno que desean tomar medidas muy moderadas contra los fascistas. ¡Quién sabe -dijo Durruti, riendo- si aún el Gobierno espera utilizar las fuerzas rebeldes para aplastar el movimiento revolucionario desencadenado por los obreros!
"-¿Entonces -preguntó Van Passen- usted ve dificultades aun después que los rebeldes sean vencidos?
"-Efectivamente. Habrá resistencia por parte de la burguesía, que no aceptará someterse a la revolución que nosotros mantendremos en toda su fuerza", contestó Durruti.
El periodista le señaló la contradicción en que se encontraba la revolución que mantenían los anarquistas:
"-Largo Caballero e Indalecio Prieto han afirmado que la misión del Frente Popular es salvar la República y restaurar el orden burgués. Y usted, Durruti, usted me dice que el pueblo quiere llevar la revolución lo más lejos posible. ¿Cómo interpretar esta contradicción?"
"-El antagonismo es evidente -me respondió-. Como demócratas burgueses, esos señores no pueden tener otras ideas que las que profesan. Pero el pueblo, la clase obrera, está cansado de que se le engañe. Los trabajadores saben lo que quieren. Nosotros luchamos no por el pueblo sino con el pueblo, es decir, por la revolución dentro de la revolución. Nosotros tenemos conciencia de que en esta lucha estamos solos, y que no podemos contar nada más que con nosotros mismos. Para nosotros no quiere decir nada que exista una Unión Soviética en una parte del mundo, porque sabíamos de antemano cuál era su actitud en relación a nuestra revolución. Para la Unión Soviética lo único que cuenta es su tranquilidad. Para gozar de esa tranquilidad, Stalin sacrificó a los trabajadores alemanes a la barbarie fascista. Antes fueron los obreros chinos, que resultaron victimas de ese abandono. Nosotros estamos aleccionados, y deseamos llevar nuestra revolución hacia adelante, porque la queremos para hoy mismo y no, quizá, después de la próxima guerra europea. Nuestra actitud es un ejemplo de que estamos dando a Hitler y a Mussolini más quebraderos de cabeza que el Ejército Rojo, porque temen que sus pueblos, inspirándose en nosotros, se contagien y terminen con el fascismo en Alemania y en Italia. Pero ese temor también lo comparte Stalin, porque el triunfo de nuestra revolución tiene necesariamente que repercutir en el pueblo ruso".
Van Passen recapitula:
"Este es el hombre que representa a una organización sindical que cuenta aproximadamente con dos millones de afiliados y sin cuya colaboración la República no puede hacer nada, incluso en el supuesto de una victoria sobre los sublevados. Yo quise conocer su pensamiento porque para comprender lo que está sucediendo en España es preciso saber cómo piensan los trabajadores. Por esa razón he interrogado a Durruti, porque por su importancia popular es un auténtico y característico representante de esos trabajadores en armas. De sus respuestas resulta claramente que Moscú no tiene ninguna influencia ni autoridad para hablar en nombre de los trabajadores españoles. Según Durruti, ninguno de los Estados europeos se siente atraído por el sentimiento libertario de la revolución española, sino deseosos de estrangularla.
"-¿Espera usted alguna ayuda de Francia o de Inglaterra, ahora que Hitler y Mussolini han comenzado a ayudar a los militares rebeldes? pregunté.
"-[u]Yo no espero ninguna ayuda para una revolución libertaria de ningún gobierno del mundo"[/u] respondió Durruti secamente. Y agregó: "-Puede ser que los intereses en conflictos de imperialismos diferentes tengan alguna influencia en nuestra lucha. Eso es posible. El general Franco está haciendo todo lo posible para arrastrar a Europa a una guerra, y no dudará un instante en lanzar a Alemania en contra nuestra. Pero, a fin de cuentas, yo no espero ayuda de nadie, ni siquiera, en última instancia, de nuestro Gobierno.
"-¿Pueden ustedes ganar solos?, pregunté directamente.
Durruti no respondió. Se tocó la barbilla, pensativamente. Sus ojos brillaban. Y Van Passen insistió en la pregunta:
"-Aun cuando ustedes ganaran, iban a heredar montones de ruina -me aventuré a interrumpir su silencio".
Durruti pareció salir de una profunda reflexión, y me contestó suavemente, pero con firmeza:
"-[u]Siempre hemos vivido en la miseria, y nos acomodaremos a ella por algún tiempo. Pero no olvide que los obreros son los únicos productores de riqueza. Somos nosotros, los obreros, los que hacemos marchar las máquinas en las industrias, los que extraemos el carbón y los minerales de las minas, los que construimos ciudades... ¿Por qué no vamos, pues, a construir y aún en mejores condiciones para reemplazar lo destruido? Las ruinas no nos dan miedo. Sabemos que no vamos a heredar nada más que ruinas, porque la burguesía tratará de arruinar el mundo en la última fase de su historia. Pero -le repito- a nosotros no nos dan miedo las ruinas, porque llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones, dijo, murmurando ásperamente. Y luego agregó: Ese mundo está creciendo en este instante"(75)[/b][/u]
Hacia las diez de la mañana, los voluntarios que iban a integrar la Columna "Durruti" comenzaron a afluir al Paseo de Gracia, donde un numeroso público había acudido también a presenciar la marcha de aquella extraña caravana, compuesta de camiones, autobuses, taxis y turismos. El entusiasmo era inmenso. El triunfo rápido en Barcelona autorizaba el optimismo. Y esa expedición hacia Aragón era concebida por muchos como un rápido paseo.
Hacia el mediodía, la columna compuesta de unos dos mil hombres se puso en marcha en un delirio de vivas, de puños levantados y de estribillos de cantos revolucionarios, sonando el más potente de "¡A las Barricadas!" el himno de la CNT-FAI.
A la cabeza iba un camión con una docena de jóvenes, entre los cuales destacaba la hercúlea figura de José Hellín blandiendo una bandera rojinegra, que por defenderla en Madrid morirá el 17 de noviembre, haciendo saltar a bombazos las tanquetas italianas. Detrás seguía la centuria que llevaba como delegado al metalúrgico Arís. Luego cinco centurias, que pronto iban a destacarse como una verdadera fuerza de élite como dinamiteros: eran los mineros de Figols y Sallent; y también los marineros del Transporte Marítimo, que se destacarían como guerrilleros, llevando siempre en la delantera al marinero Setonas.
Como delegado de la III Centuria iba El Padre, viejo luchador que había formado en las filas de Pancho Villa en la revolución mexicana. La IV Centuria llevaba como delegado al obrero del textil Juan Costa; y la V, formada exclusivamente de obreros metalúrgicos, la representaba el joven libertario Muñoz, de 19 años.
Entre dos autocares marchaba un "Hispano", en el que iban Durruti y Pérez Farràs. Durruti iba silencioso, extraño y ajeno a los vivas y los puños levantados. Sentía la responsabilidad que las circunstancias le habían deparado. El setenta por ciento de los hombres que componían su columna era la flor y nata de las juventudes anarquistas de Barcelona. Jóvenes, y menos jóvenes, todos conocieron antes y durante el 19 de julio los combates callejeros y los enfrentamientos contra la Fuerza Pública. Pero no conocían la lucha en terreno descubierto, es decir, la guerra.
Antes de salir de Barcelona, Durruti se dirigió a los hombres de la Columna con un discurso en el cuartel Bakunin. En él quiso prevenir a todos sobre la diferencia que existía entre la lucha que ellos conocían y la que se iba a afrontar en Aragón. Pero él sabía que las palabras no pueden sustituir a la experiencia. Habló de los bombardeos de la aviación y de los cañonazos que precedían a los ataques. De los combates cuerpo a cuerpo con arma blanca. Y sobre todo insistió en la diferencia que existía entre un ejército burgués y el proletariado en armas, en su comportamiento con los campesinos y las poblaciones de retaguardia.
Seguía aún en pie el problema del mando. Su posición había sido netamente expuesta ante el Comité Central de Milicias Antifascistas, y repetida más tarde a Pérez Farràs. Durruti conocía la confianza que le otorgaban sus compañeros, y que yendo él delante todos le seguirían, incluso si los llevaba a la muerte. Pero la muerte no era el fin que perseguía Durruti, sino la vida. Un militar puede, desde su puesto de mando y sin ningún escrúpulo, enviar a la gente a la muerte; reemplaza las bajas y asunto concluido. Pero Durruti sabía que la mayor parte de los hombres que le seguían eran militantes revolucionarios, y tales hombres son irremplazables. En su reflexión entraban unas palabras que pronunciara Néstor Makhno en su presencia:
[u]"La diferencia que existe entre un militar que manda y un revolucionario que dirige, reside en que el primero se impone por la fuerza, mientras que el segundo no dispone de más autoridad que la que se deriva de su propia conducta"[/u](76)
Vicente Guarner juzga a los dos hombres que iban al frente de la Columna:
[u]"Durruti, el jefe, a quien traté personalmente, era de una personalidad impresionante. De unos cuarenta años, decidido, de mirada penetrante e infantil, de estatura más que mediana, había sido obrero ferroviario. Pérez Farràs, leridano, era de un valor impulsivo, vehemente en sus opiniones, alto de estatura, de frente despejada y con talento natural, oscurecido por momentáneas obcecaciones..."[/u](77)
Mientras la Columna "Durruti" seguía vía Lérida hacia Zaragoza, García Oliver no perdía su tiempo en el Departamento de Guerra. El día 23 de julio recibió a Julio Alvarez del Vayo, que llegaba de Francia y que se dirigía a Madrid. Habló con él y le insistió -dada su personalidad e influencia en los medios socialistas, particularmente cerca de Largo Caballero, y el peso que ese partido tenía sobre el Gobierno Giral- para que se comprendiera bien en Madrid que la guerra había que ganarla en Marruecos y no en la Península. Era preciso que el Gobierno republicano -le insistió García Oliver a Alvarez del Vayo- haga una declaración pública, declarando la independencia del protectorado español de Marruecos. Si el Gobierno español hace eso, señaló García Oliver, el general Franco está derrotado en su propia retaguardia, y el dominio de la Península por nosotros es cuestión de días. Alvarez del Vayo se comprometió a exponer en Madrid sus puntos de vista, pero, "desgraciadamente -según confesión de Alvarez del Vayo- en Madrid no hubo comprensión y no se prestó atención a lo expuesto por García Oliver"(78)
No obstante, García Oliver confiaba poco en Alvarez del Vayo, y lo que pudiera hacerse en Madrid, y comenzó por sí mismo la tarea de sublevar Marruecos:
"Días antes de nuestra revolución, el compañero de Artes Gráficas, José Margeli, que estaba muy ligado a mí y a nuestra obra, me presentó a un tal Argila(79), egipcio y profesor de idiomas en la Academia Berlitz. Según me contó Margeli después, Argila, y antes su padre, eran miembros prominentes del mundo árabe, bastante ligados al Comité Pan-islámico que operaba en Ginebra(80). Al producirse el movimiento y apreciar nosotros cuán pocas ideas tenían los miembros de los gobiernos de la República, que estaban dimitiendo continuamente, llamé a Margeli y a Argila al Comité de Milicias de Cataluña, del que yo formaba parte y detentaba la Jefatura del Departamento de Guerra. Le pregunté a Argila cuáles eran las relaciones que tenía con el mundo oficial panislámico de Ginebra. Me contestó que él era su agente oficial en España, y que, como tal, se ponía a mi disposición. Considerando cuán importante podía llegar a ser el entrar en relaciones con los jefes conspiradores del mundo árabe, les di cita para el día siguiente si Argila, junto con Margeli, estaban dispuestos a encabezar una misión con el encargo de conseguir una alianza activa de nosotros y el mundo árabe. De acuerdo con Argila y Margeli, planteé el asunto a Marianet, secretario del Comité Regional de la CNT en Cataluña, quien se mostró de acuerdo en que yo siguiese adelante. Igualmente informé de las posibilidades que ofrecía el asunto en la reunión que celebramos cada noche del Comité Central de Milicias, estando todos de acuerdo y concediéndome las más amplias facilidades.
"Al día siguiente comparecieron Margeli y Argila. A ellos les acoplé al compañero Magriña, que lo tenía representándome en el Departamento de Propaganda del Comité Central de Milicias. Todos perfectamente informados por mí de lo que esperaba de la gestión en Ginebra, provistos de cartas acreditativas, de pasaporte y de dinero, partieron..."(81)
"Salimos en avión directos a París, para procurarnos una dirección que fue de Ginebra, y otra vez en avión salimos para Suiza. En Ginebra nos instalamos en el Hotel de Rusia. Establecido contacto, fuimos a entrevistarnos con un señor de edad avanzada, instalado en un lujoso domicilio que nos invitó a comer al estilo y costumbre de su país, con bastante solemnidad y señalado lujo.
"Durante la comida, mi acompañante le informó del objeto de la visita, y al quedar informado prometió trasladar nuestras propuestas a los líderes nacionalistas marroquíes. Se trataba, en concreto, de solicitar la ayuda de Torres y su organización para la causa de la República española en Marruecos, a cambio de concederles la independencia o la autonomía, según ellos lo entendieran"(82)
Mientras estas conversaciones seguían su curso, trasladémonos de nuevo a la Columna "Durruti".

les dejo una serie de videos documentales de la epoca, muy pero muy interesantes, con testimonios de gente que participo activamente. Son pequeños videos divididos en 18 partes

[b]primera parte[/b]
http://www.youtube.com/watch?v=yWT8ylu6-0A

[b]segunda parte[/b]
http://www.youtube.com/watch?v=ODoNF6w-ldI

[b]tercera parte[/b]
http://www.youtube.com/watch?v=LJfo--CSJFg

[b]cuarta parte[/b]
http://www.youtube.com/watch?v=ffz07XhLars

[b]quinta parte[/b]
http://www.youtube.com/watch?v=U7gfX4cGR_s

[b]sexta parte[/b]
http://www.youtube.com/watch?v=mgu91uMCTv4

[b]septima parte[/b]
http://www.youtube.com/watch?v=27WW0JaMAmU

[b]octava parte[/b]
http://www.youtube.com/watch?v=kMID9xkQS60

[b]novena parte[/b]
http://www.youtube.com/watch?v=VWcLjzXWpqw

[b]Parte 10[/b]
http://www.youtube.com/watch?v=xEzHjQMT2kU

[b]Parte 11[/b]
http://www.youtube.com/watch?v=YBqDzB8YY_4

[b]Parte 12[/b]
http://www.youtube.com/watch?v=wFP0p4EJp6E

[b]Parte 13[/b]
No se donde esta!! :(

[b]Parte 14[/b]
http://www.youtube.com/watch?v=e9fSeX5U280

[b]Parte 15[/b]
http://www.youtube.com/watch?v=hlyeSxxTQD8
[b]
Parte 16[/b]
http://www.youtube.com/watch?v=0GJUX_zYysY
[b]
Parte 17[/b]
http://www.youtube.com/watch?v=CSDqMOr7fsE

[b]Parte 18[/b]
http://www.youtube.com/watch?v=yJOWqsMT4b8

martes, agosto 22, 2006

Mal de ¿amores?

segun el ultimo sondeo de ibope y macaya/araujo y asoc.

la situación esta muy critica

a medida que llega la primavera, el verano y el calor, se ve como la linea de desenamorados tiende a crecer, mientras vemos que la brecha de enamorados disminuye, se ve un cierto reacomodamiento de parejas mas tendientes a la joda y menos compromiso

esto se da debido a la poka intervención del estado (?), ke tendria ke insertar fondos frescos a la economia

Si, el principal motor de la economia es el amor ¿estan todos ciegos? ¿no ven que una persona enamorada consume mas ke una ke no lo esta?

descorazonados

yo le pongo garra, pongansela uds tambien!! tengo solo dos orejas y dos ojos, arriba los corazonesssss

PD: Todos los creditos del dibujo son para cerdicienta! (LLLL)

viernes, agosto 11, 2006

De la Cuna a la Tumba.

Te sacaron del vientre de tu madre
y te pusieron en la escuela
te enseñaron a vivir obedeciendo reglas
“no te escarbes la nariz
ni le faltes el respeto a nuestra reina
lava tus dientes 3 veces al día,
mantén tu cuerpo y mente limpia”

guarda las monedas sueltas, nada es gratis
mejor cree en tus padres
porque no hay nadie más aquí
y cuando te envíen fuera cada día
recuerda esta lección
talvez creas que no necesitas esto,
pero lo harás al ser mayor

si eres demasiado inteligente
dirán que eres normal
y luego te llenaran de mentiras
porque la inteligencia es una amenaza
y la genialidad un pecado
y saben que si ves a través de sus mentiras
nunca podrán ganar

así que dirigen tu habilidad en la dirección correcta
si eres suficientemente hábil y rico puedes ser un político
por otro lado, si eres pobre te llamaran flojo
te humillaran y reprimirán hasta volverte loco
te dirán que debes aprender un oficio que te mantenga
el éxito se escribe en 3 palabras:
trabajo, casa y esposa

te dirán que la escuela te prepara
para enfrentar el mundo exterior
bueno, seguro conseguirás prejuicio y orgullo patriota
racismo y machismo en clase
tanto en el trabajo como la escuela
debes responder la misma pregunta
“¿Eres blanco y de clase media?”

aprenderás que los malos visten de negro
y los buenos de blanco
y los carteles en el patio dirán que todo esta bien
las chicas fueron hechas para la casa
y los chicos para pelear
y esas fotos atrevidas harán todo aún mejor

y desde la escuela hasta el mundo real
estas lecciones te serán entregadas
y a menos que puedas rechazarlas
tu mente estará en sus manos

Te darán una decisión cuando cumplas 18
El derecho de votar por alguien
Que dice preocuparse por ti
Pero lo único que le importa es llegar a la cima
Seduciéndote con palabras
que te ofrecen un mundo mejor
Pero el resultado es una sumisión
a un puñado de ideales falsos
Que serás tentado a creer porque lucen muy reales

La esclavitud de actitudes
te mantiene en fila
devoto subconsciente
de las enseñanzas de nuestro tiempo

Y cuando acabes en el paro
Como probablemente lo hagas
te ofrecerán un nuevo oficio, aprender a matar

¿Porqué no entras al ejercito?
Sé un hombre y no un tonto
Allí hay alguien que piense por ti,
como lo hicieron en la escuela

Te prometerán absolución de los crímenes que cometas
En el nombre de Dios y el País puedes hacer lo que quieras
Te llenaran de ordenes y te prometerán recompensas
Como un feriado en Alemania o Hong Kong
Ganando dinero sin esfuerzo
Nada puede salir mal

Pero un día debes marchar a Irlanda del Norte
A practicar lo que te dijeron
Disparando para seguir con vida y matando por la paz
Dejara de ser divertido cuando escuches a los mutilados gritar

Antes no sabías lo que decían porque lo hacían en otro idioma
Pero cuando los niños te griten “¡Bastardo!”
Te hará pensar dos veces
Cuando no sepas la diferencia entre animales y hombres...

Los animales no usan uniforme pero matan tanto como tú
Pero el ejercito mata por dinero y los animales por comida
Es la más vil degradación en nombre de lo “correcto”
Te convertirás en algo que nunca fuiste y te arrepentirás hasta morir

Porque tu padre dijo “Hijito, debes hacer lo que te dicen”
Y tú dirás lo mismo a tus hijos cuando tengas treintaidos
Y a menos que reacciones contra su lavado de cerebro desde el principio
El gobierno dominara tu cabeza,
Y tu cabeza dominara tu corazón

Te conformarás a cada ley social y serás esclavo del sistema
Desde tu nacimiento a la escuela, desde tu trabajo hasta tu muerte
Desde la cuna hasta la tumba.

domingo, julio 30, 2006

El canto revolucionario

si, vamos, al que no le motivan estas canciones, no tiene sangre en las venas

hoy voy a compartir canciones revolucionarias, de esas que nos levantan el espiritu y nos hacen ser mas fuerte (esto para personas como yo, que estan hartos de las canciones de amor)

Voy a arrancar con 3 canciones, versiones originales, siglo XX, y sus "covers" modernos, y algunos extras.


1- Arroja la bomba

Original


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2- A las Barricadas
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3- Ay carmela

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"bonus track`s" (?)

4- Askatasuna ETA Eusko Gudariak



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5- Ojalá - Silvio Rodriguez


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6- Óleo de una mujer con sombrero - Silvio Rodriguez



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7- Lo de Menos - Silvio Rodriguez


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8- A desalambrar - Victor Jara


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martes, julio 25, 2006

Macgyver ¿el enviado de yisuscrist?

si señores, esta cientificamente comprobado

macgyver es dios

hoy viendo un capitulo que me baje a la compu, detuvo una fuga de acido sulfurico con chocolate, detuvo el estallido de un misil con un clip, disparo una ak con unos fosforos y un hilo, corrio una columna con la presion que ejercia una manguera taponada, hizo un hueco en una pared con unos gramos de sodio, se tiro de un barranco con la presion generada por una luz de una vengala y un paracaidas, con un espejito pudo atravesar un sector que estaba protegido con laseres

y bueno, esto solo en un capitulo, pero esto reafirma mi teoria, macgyver es dios en la tierra, es el enviado de yisuscraist

¿Podria enseñarle algo a bush este muchacho no? Porque el "terror" no se combate con mas terror.

sábado, mayo 20, 2006

A los jóvenes por Pedro Kropotkin

Juventud

Es a los jóvenes a los que quiero dirigirme. Que los viejos, me refiero, claro, a los viejos de corazón y pensamiento, dejen esto y no cansen sus ojos leyendo lo que nada les dirá.

Te supongo de dieciocho o veinte años, has acabado tu aprendizaje o tus estudios, te incorporas en este momento a la vida. Supongo tu pensamiento libre de las supersticiones que han intentado imponerte tus maestros; supongo que no temes al demonio, que no vas a oír perorar a curas y ministros. Y también que no eres un petimetre, uno de esos tristes productos de una sociedad en decadencia que despliegan sus pantalones bien cortados y sus gestos simiescos en los parques, que incluso a su temprana edad sólo desean insaciable placer a cualquier precio ... supóngote, por el contrario, un buen corazón; y por esta razón a ti me dirijo.

Sé que se te planteará una primera pregunta. Te has dicho muchas veces: ¿Qué voy a ser? De hecho, cuando un hombre es joven comprende que después de haber estudiado un oficio o una ciencia varios años (a costa de la sociedad, no lo olvides) no lo ha hecho para utilizar lo adquirido como instrumento de pillaje en beneficio propio, y ha de ser realmente un depravado, estar del todo corrompido por el vicio, si no ha soñado aplicar un día su inteligencia, su capacidad, sus conocimientos a ayudar a la liberación de los que se arrastran hoy en la miseria y la ignorancia.


Eres uno de los que han tenido esa visión, ¿verdad? Pues bien, veamos lo que has de hacer para convertir en realidad tus sueños.

No sé en qué clase social naciste. Quizás te favoreció la fortuna, y pudiste centrar tu atención en el estudio de la ciencia; quizás seas médico, abogado, hombre de letras o científico. Ante ti se abre ancho campo. Entras en la vida con amplios conocimientos, con una inteligencia adiestrada. O quizás seas sólo un artesano y tus conocimientos científicos se limiten a lo poco que aprendiste en la escuela. Has tenido sin embargo la ventaja de aprender directamente que la suerte del trabajador de nuestro tiempo es una vida agotadora de trabajo.

A los médicos

Me detengo en el primer supuesto, ya volveré al segundo; supongo pues, que has recibido educación científica. Supongamos que piensas ser médico.

Mañana un hombre vestido pobremente vendrá a buscarte para ir a ver a una mujer enferma. Te conducirá a una de esas callejuelas donde los vecinos de enfrente casi pueden darse la mano sobre las cabezas de los transeúntes. Subes en una atmósfera hedionda a la temblorosa luz de una lamparica mal ajustada. Subes dos, tres, cuatro, cinco tramos de sucias escaleras; y en una habitación oscura y fría encuentras a una mujer enferma tendida en un jergón cubierta de sucios andrajos. Lívidos y pálidos niños tiritan bajo escasas ropas, y te miran con grandes ojos muy abiertos. El marido ha trabajado toda su vida doce o trece horas diarias en no importa qué. Ahora lleva parado tres meses. Estar parado no es raro en su oficio; pasa todos los años, periódicamente. Pero antes, cuando estaba parado, su mujer salía a trabajar como asistenta ... quizás a lavar tus camisas; ahora lleva en la cama dos meses, y la miseria atenarza a la familia con todo su sórdido horror.

¿Qué recetarás a esa mujer enferma, doctor? Has visto inmediatamente que la causa de su enfermedad es anemia general, falta de buenos alimentos, falta de aire fresco. ¿Le recetarás un buen filete cada día? ¿Un poco de ejercicio en el campo? ¿Un dormitorio seco y ventilado? ¡Qué ironía! Eso ya lo habría hecho, de poder, sin esperar tu ayuda.

Si tienes buen corazón, trato franco y pareces honrado, la familia te contará algunas cosas. Te dirán que la mujer que está al otro lado del tabique, cuyas toses te destrozan el corazón, es una pobre planchadora; que un tramo de escaleras más abajo todos los niños tienen fiebre; que la lavandera que ocupa la planta baja no llegará a la primavera; y que en la casa de al lado aún están peor.

¿Qué dirás tú a esos enfermos? Les recomendarás dieta abundante, cambio de aires, menos trabajo agotador ... te gustaría poder hacerlo, pero no te atreverás y saldrás de allí con el corazón destrozado y una maldición en los labios.

Al día siguiente, cuando cavilas aún sobre el destino de los habitantes de aquella casa miserable, tu colega te dice que el día anterior vino un mensajero a avisarle, esta vez en un carruaje. Era para que fuese a ver a la propietaria de una casa rica, a una dama agotada por noches de insomnio, que dedica toda su vida a engalanarse, a hacer visitas, asistir a bailes y reñir con un marido estúpido. Tu amigo le ha recetado una forma de vida menos absurda, dieta más suave, paseos al aire libre, humor equilibrado y, para compensar un poco la falta de trabajo útil, algo de gimnasia en su cuarto.

La una está muriendo por no haber tenido comida suficiente ni descanso bastante en toda su vida. La otra se consume porque nunca ha sabido lo que es el trabajo.

Si eres una de esas personas sin carácter que se adaptan a todo, que a la vista de los espectáculos más viles se consuelan con un suave suspiro, acabarás acostumbrándote gradualmente a esos contrastes y, al favorecer tu lado animal tales tendencias, sólo pensarás en seguir en las filas de los buscadores de placer, y en no rozarte nunca con los desvalidos. Pero si eres un hombre, si traduces tu sentimiento en acción voluntaria, si en ti la bestia no ha aplastado al ser inteligente, volverás un día a casa diciéndote: No, es injusto: esto no ha de seguir. No basta curar enfermedades; debemos prevenirlas. Una vida algo mejor y un desarrollo intelectual eliminarían de nuestras listas la mitad de los pacientes y la mitad de las enfermedades ... ¡Al diablo la medicina! Aire, buenos alimentos, menos trabajo agotador ... es por aquí por dónde hay que empezar. Sin todo esto, la profesión de médico no es más que farsa e hipocresía.

Ese mismo día entenderás el socialismo. Desearás conocerlo totalmente, y si altruismo no es para ti una palabra vacía de significado, si aplicas al estudio de lo social la inducción rígida del filósofo de la Naturaleza, acabarás en nuestras filas, y trabajarás, como nosotros, por traer la revolución social.


A los científicos

Pero puede que digas: ¡Los simples asuntos prácticos pueden irse al diablo! Como astrónomo, como fisiólogo, como químico, me dedicaré a la ciencia. Es un trabajo que siempre rinde frutos, aunque sólo sea para las generaciones futuras.

Intentemos comprender primero lo que buscas al consagrarte a la ciencia. ¿Es sólo el placer (inmenso sin duda) que obtenemos estudiando la naturaleza y ejercitando nuestras facultades mentales? En ese caso te pregunto: ¿En qué se diferencia el filósofo, que persigue la ciencia para poder llevar una vida más grata, del borracho que sólo busca la gratificación momentánea que le proporciona la ginebra? El filósofo ha elegido, sin duda, mucho más sabiamente su placer, pues le permite una satisfacción mucho más honda y perdurable que la del ebrio. ¡Pero eso es todo! Ambos persiguen el mismo fin egoísta: gratificación personal.

Pero no, tú no deseas llevar esa existencia egoísta. Trabajando para la ciencia deseas trabajar para la humanidad toda; esa idea te guiará en tus investigaciones. ¡Una maravillosa ilusión! ¿Quién no la abrazó por un momento al entregarse por primera vez a la ciencia?

Pero, si piensas realmente en la humanidad, si es el bien de la especie humana lo que buscas, se te plantea un interrogante formidable; porque, a poco espíritu crítico que tengas, advertirás inmediatamente que en nuestra sociedad actual la ciencia no es más que un artículo de lujo, destinado a hacer más placentera la vida a unos cuantos, y que es absolutamente inaccesible a la gran mayoría del género humano. Hace ya más de un siglo que estableció la ciencia proposiciones sólidas sobre el origen del universo, pero ¿cuántos las conocen y cuántos poseen espíritu crítico realmente científico? Unos miles aislados, perdidos entre centenas de miles a quienes aún agobian prejuicios y supersticiones dignos de salvajes, y que, en consecuencia, aún están en condíciones de servir como marionetas a los impostores religiosos.

O, yendo un paso más allá, consideremos lo que ha hecho la ciencia para establecer las bases racionales de la salud física y moral. La ciencia nos dice cómo hemos de vivir para preservar la salud de nuestros propios cuerpos, cómo mantener en buenas condiciones a las hacinadas masas de nuestra población. Pero, ¿no ha sido acaso todo el abundante trabajo hecho en estos dos campos letra muerta en los libros? Sabemos que así ha sido. ¿Por qué? Porque la ciencia sólo existe hoy para un puñado de individuos privilegiados, porque la desigualdad social, que divide la sociedad en dos clases (esclavos del salario y acaparadores del capital) convierte todas sus enseñanzas en cuanto a las condiciones para una existencia racional en la más amarga ironía para el noventa por ciento de la especie.

En la actualidad, no necesitamos ya acumular verdades y descubrimientos científicos. Lo que importa es propagar las verdades ya adquiridas, practicarlas en la vida diaria, convertirlas en herencia común. Tenemos que ordenar las cosas de modo que toda la especie pueda conseguir asimilarlas y aplicarlas, de modo tal que la ciencia deje de ser un lujo y se transforme en base de vida cotidiana. Lo exige la justicia. Y los propios intereses de la ciencia.

La ciencia sólo realiza auténticos progresos cuando sus verdades hallan un medio dispuesto y preparado para su recepción. La teoría del origen mecánico del calor permaneció ochenta años enterrada en archivos académicos hasta que este conocimiento de la ciencia física se propagó lo bastante para crear público capaz de aceptarlo. Tres generaciones hubieron de pasar para que las ideas de Erasmo Darwin sobre la variación de las especies pudiese recibirlas favorablemente su nieto y admitirlas los filósofos académicos, e, incluso entonces, hizo falta la presión de la opinión pública. El filósofo es siempre, como el poeta y el artista, producto de la sociedad en que enseña y se mueve.

Si estás imbuído de estas ideas, comprenderás que lo más importante es impulsar un cambio radical en este estado de cosas que condena hoy al filósofo a verse aplastado con verdades científicas, mientras casi todo el resto de los seres humanos siguen igual que hace cinco o diez siglos: como esclavos y máquinas que ignoran las verdades establecidas. Y el día en que estés imbuído de esta verdad amplia, profunda, humana y sólidamente científica, ese día perderás tu gusto por la ciencia pura. Empezarás a buscar medios de lograr esta transformación, y, si aportas a tus investigaciones la imparcialidad que te ha guiado en tus investigaciones científicas, adoptarás inevitablemente la causa socialista; dejarás los sofismas y te unirás a nosotros. Cansado de trabajar para proporcionar placeres a ese pequeño grupo, que tiene ya muchos, pondrás tus conocimientos y tu abnegación al servicio de los oprimidos.

Y estate seguro de que el sentimiento del deber cumplido, de haber establecido una correspondencia real entre sentimientos y acciones, te hará descubrir en ti mismo capacidades cuya existencia jamás soñaste. Cuando, además, un día, no está muy lejano en realidad, pese a lo que digan nuestros profesores, cuando un día, repito, llegue ese cambio por el que has trabajado, entonces, obteniendo nuevas fuerzas del trabajo científico colectivo, y de la poderosa ayuda de ejércitos de trabajadores que pondrán sus energías a su servicio, la ciencia dará un nuevo salto adelante, infinitamente mayor que el lento progreso de hoy, que parecerá simple trabajo de aprendices. Entonces gozarás de la ciencia; ese placer será un placer de todos.


A los abogados

Si has acabado de estudiar derecho y estás a punto de entrar en el foro, quizás tengas también algunas ilusiones en cuanto a tu actividad futura: doy por supuesto que eres un individuo de espíritu noble, que sabes lo que significa el altruismo. Quizás pienses: Dedicaré mi vida a una lucha incesante y vigorosa contra toda injusticia; consagraré todas mis facultades al triunfo de la ley, expresión pública de suprema justicia ... ¡puede haber carrera más noble!. Inicias la tarea real de la vida confiando en ti mismo y en la profesión que has elegido.

Muy bien; acudamos a cualquier página del código y veamos lo que te dirá la vida real.

Tenemos un rico propietario. Exige el desahucio de un campesino, un arrendatario, que no ha pagado su renta. Desde el punto de vista legal, el caso no ofrece dudas. Si el campesino pobre no puede pagar, debe irse. Pero si analizamos los hechos veremos lo siguiente:

El terrateniente ha derrochado sus rentas en juergas y placeres; el arrendatario ha trabajo duramente día a día. El terrateniente no ha hecho nada por mejorar su finca. Sin embargo, su valor se ha triplicado en cincuenta años debido al aumento del precio de la tierra por la construcción de un ferrocarril, por la apertura de nuevas carreteras, por el drenaje de una marisma, por el cercado y el cultivo de tierras sin cultivar. Pero el arrendatario, que ha contribuido notablemente a este aumento de precio, se ha arruinado.

Cae en manos de usureros, y agobiado de deudas no puede ya pagar al terrateniente. La ley, siempre del lado del propietario, es muy clara; el terrateniente está en su derecho. Pero tú, a quien las ficciones legales aún no han ahogado el sentimiento de justicia, ¿qué harás? ¿Aceptarás que debe arrojarse a los caminos al labriego, tal como la ley ordena, o pedirás que el terrateniente le devuelva todo el aumento de valor de la propiedad debido a su trabajo, según decreta la equidad? ¿Qué partido tomarás? ¿El de la ley contra la justicia, o el de la justicia contra la ley?

¿O qué partido tomarás cuando los trabajadores se declaren en huelga contra un patrón sin notificárselo? ¿El de la ley, es decir el del patrón, que aprovechándose de un período de crisis ha obtenido vergonzosos beneficios, o contra la ley pero del lado de los trabajadores que recibieron sólo durante ese tiempo míseros salarios, y vieron languidecer ante sus ojos a sus mujeres e hijos? ¿Defenderás esa burda farsa que llaman libertad de contratación? ¿O defenderás la equidad, que dice que un contrato establecido entre un hombre que ha comido bien y otro que vende su trabajo para poder subsistir escasamente, entre el fuerte y el débil, no es en absoluto un contrato?

Consideremos otro caso. Aquí, en Londres, un hombre entra en una carnicería, roba un filete y sale corriendo. Detenido e interrogado resulta ser un artesano sin trabajo, y que llevan, él y su familia, cuatro días sin comer. ¡Se pide al carnicero que le deje libre, pero el carnicero exige que la ley se cumpla! Presenta denuncia y el delincuente es condenado a seis meses de cárcel. ¿No se rebela tu conciencia contra la sociedad cuando sabes que se pronuncian sentencias similares a diario?

¿Pedirás el cumplimiento de la ley contra el hombre que deficientemente educado y mal acostumbrado desde su niñez, ha llegado a la vida adulta sin haber oído una palabra comprensiva y que completa su carrera asesinando a su vecino para robarle? ¿Exigirás su ejecución, o, peor aún, que le encarcelen veinte años, sabiendo como sabes muy bien que es más un loco que un criminal, y que, en cualquier caso, su crimen es culpa de la sociedad toda?

¿Exigirás que esos tejedores que en un momento de desesperación prendieron fuego a un taller sean arrojados a la cárcel; que este hombre que disparó contra un asesino coronado pase en prisión el resto de sus días; que se fusile a los insurrectos que plantan la bandera del futuro en las barricadas? ¡No y mil veces no!

Si razonas en vez de repetir lo que se te enseñó; si analizas la ley y desnudas las nebulosas ficciones con que la han envuelto para ocultar su auténtico origen, que es el derecho del más fuerte, y su substancia, que ha sido siempre la consagración de todas las tiranías transmitidas a la especie humana a lo largo de su larga y sangrienta historia; cuando hayas comprendido esto, sentirás realmente un profundo desprecio por la ley. Comprenderás que dedicarse a servir la ley escrita es colocarse de continuo en oposición a la ley de la conciencia, y sumarse al bando de la iniquidad y la injusticia; y como esta lucha no puede continuar eternamente, o acabarás silenciando tu conciencia y convirtiéndote en un miserable, o rompes con la tradición y trabajas con nosotros para la destrucción absoluta de toda la injusticia social, política y económica. ¡Y entonces serás un socialista, un revolucionarlo!


A los ingenieros
Y tú, joven ingeniero, que sueñas mejorar la condición de los trabajadores aplicando a la industria las invenciones de la ciencia, qué triste desencanto, qué decepciones te esperan. Dedicarás la energía juvenil de tu inteligencia a proyectar el trazado de un ferrocarril que, bordeando precipicios y atravesando el corazón de montañas inmensas, unirá dos países que la naturaleza separó. Pero una vez el trabajo se inicie, verás regimientos completos de trabajadores diezmados por las privaciones y la enfermedad en el lóbrego túnel, verás que otros vuelven a casa llevando consigo sólo unas monedas y las semillas de la enfermedad, verás cada metro de la línea férrea marcado por cadáveres de seres humanos, por la rapaz codicia, y finalmente, cuando la línea se abra al fin, verás que la utilizan para transportar la artillería de un ejército invasor.

Has dedicado tu juventud a hacer un descubrimiento que simplificará la producción, y tras muchos trabajos y muchas noches en vela, tienes al fin el valioso invento. Lo pones en práctica. El resultado supera tus esperanzas. ¡Diez, veinte mil seres humanos se quedan sin trabajo y los que quedan, niños la mayoría, reducidos a la condición de simples máquinas! Tres, cuatro o quizás diez capitalistas harán una fortuna y beberán champán a raudales. ¿Era éste tu sueño?

Por último, estudias los recientes avances industriales y ves que las costureras no han ganado nada, absolutamente nada, con el invento de la máquina de coser; que el trabajador del túnel del San Gotardo muere de anquilostomiasis, pese a las perforadoras de punta de diamante; que el albañil y el jornalero están tan sin trabajo como antes. Si analizas los problemas sociales con la misma independencia de espíritu que te ha guiado en tus investigaciones mecánicas, llegarás inevitablemente a la conclusión de que bajo el dominio de la propiedad privada y la esclavitud salarial, todo nuevo invento, lejos de aumentar el bienestar del trabajador, sólo hace más pesada su esclavitud, más degradante su trabajo, más frecuentes los períodos de paro, más aguda la crisis, y sólo se aprovechan de él quienes disponen ya de todos los placeres imaginables.

¿Qué harás tú cuando llegues a esta conclusión? O empezarás a silenciar tu conciencia con sofismas, hasta que un buen día digas adiós a los honrados sueños de tu juventud e intentes obtener, para ti mismo, lo que proporcione placer y gozo y te unas a las filas de los explotadores; o, si tienes corazón, te dirás: No, no es tiempo para inventos. Transformemos primero la producción. Cuando desaparezca la propiedad privada, entonces, todo nuevo avance de la industria será en beneficio de la especie, y toda esta masa de trabajadores, hoy meras máquinas, serán entonces seres pensantes que aplicarán a la industria su inteligencia, fortalecida por el estudio y adiestrada por el trabajo manual, y el progreso mecánico dará así un salto adelante que traerá en cincuenta años lo que hoy ni siquiera podemos soñar.


A los maestros

Y qué le diré yo al maestro, no al hombre que considera su profesión una tarea tediosa, sino a aquél que, rodeado de un alegre grupo de jóvenes, se siente exaltado por sus graciosas miradas y sus risas felices; al que intenta plantar en sus cabecitas aquellas ideas de humanidad que él mismo acarició cuando era joven.

Te veo a menudo triste, y conozco el motivo. El otro día tu alumno favorito, que no está muy bien en latín, es cierto, pero que no por eso deja de tener un excelente corazón, recitó la historia de Guillermo Tell con tanto vigor ... chispeaban sus ojos; parecía querer apuñalar a todos los tiranos allí mismo; recitaba con un ardor tal los versos apasionados de Schiller:

Adelante el esclavo que rompe su cadena,
Adelante los hombres libres que no tiemblan.

Pero cuando volvió a casa, su madre, su padre, su tío, le reprendieron con aspereza por faltar al respeto al cura o al policía rural. Le discursearon luego sobre la prudencia, el respeto a la autoridad, la sumisión a sus superiores, hasta que dejó a un lado a Schiller para leer cosas prácticas.

Y después, ayer mismo, te dijeron que tus mejores alumnos se habían descarriado. Uno sólo sueña en convertirse en un oficial; otro, de acuerdo con su patrono, roba a los trabajadores de sus parcos salarios; y tú, que tantas esperanzas habías puesto en estos jóvenes, cavilas ahora sobre el triste contraste entre tu ideal y la realidad de la vida.

Sigues cavilando sobre ello. Y preveo que en dos años de trabajo, después de sufrir un desengaño tras otro, dejarás en la estantería a tus autores favoritos y acabarás diciendo que Guillermo Tell era sin duda un hombre muy honrado, pero que estaba un poco loco; que la poesía está muy bien para leer junto al fuego, sobre todo cuando un hombre ha estado enseñando todo el día la regla de tres, pero que los poetas están siempre en las nubes y sus ideas nada tienen que ver con la vida de hoy, ni con la próxima visita del inspector de segunda enseñanza ...

O, por el contrario, los sueños de tu juventud se convierten en las firmes convicciones de tu edad madura. Desearás entonces educación amplia y humana para todos, en la escuela y fuera de ella. Y al verlo imposible en las condiciones actuales, atacarás los fundamentos mismos de la sociedad burguesa. Serás entonces expulsado por la delegación de enseñanza, abandonarás tu escuela y te unirás a nosotros, serás de los nuestros. Explicarás a hombres de más años pero de menos ciencia que tú, lo atractivo que es el conocimiento, lo que debería ser el género humano, sí, lo que podríamos ser. Vendrás a trabajar con los socialistas por la completa transformación del sistema presente y lucharás hombro con hombro para lograr igualdad verdadera, verdadera fraternidad, libertad infinita para el mundo.

A los artistas

Por último tú, joven artista, escultor, pintor, poeta, músico, ¿no has advertido que el sagrado fuego que inspiró a tus predecesores está ausente en los hombres de hoy, que el arte es vulgaridad, que impera lo mediocre?

¿Podría ser de otro modo? El gozo de redescubrir el mundo antiguo, de bañarse de nuevo en los arroyos de la naturaleza que crearon las obras maestras del Renacimiento no existe ya en el arte de nuestra época. El ideal revolucionario le ha abandonado hasta ahora, y, sin un ideal, sueña nuestro arte hallado en el realismo, y fotografía laboriosamente en colores la gota de rocío sobre la hoja de una planta, remeda los músculos de la pata de una vaca, o describe minuciosamente en prosa y en verso la sofocante basura de una alcantarilla o el tocador de una puta de alto rango.

Pero si esto es así, ¿qué hacer? dices. Si el fuego sagrado que dices poseer, contesto yo, sólo es pávilo humeante y sin llama, seguirás haciendo lo que has hecho, tu arte degenerará muy pronto en el oficio de decorar tiendas de comerciantes, de proveer de libreto operetas mediocres y de escribir cuentos para libros de Navidad ... la mayoría de vosotros descendéis ya a toda prisa por esa pendiente ...

Pero si tu corazón late de veras al unísono con el de la humanidad toda, si como auténtico poeta eres capaz de oír la vida, entonces, contemplando este mar de aflicción cuya marea te cerca, mirando cara a cara a esas gentes que se mueren de hambre, a los cadáveres que se apilan en las minas, a los cuerpos mutilados que se amontonan en las barricadas, si ves de verdad la batalla desesperada que se está librando, entre gritos de aflicción de los conquistados y orgías de los triunfadores, heroísmo frente a cobardía, noble decisión frente a pérfida astucia, si ves todo esto, no puedes ser neutral. ¡Vendrás y te unirás a los oprimidos porque sabes que lo bello, lo sublime, el espíritu mismo de la vida están del lado de los que luchan por la luz, la humanidad y la justicia!


Lo que puedes hacer

¡Al fin me mandas parar! ¡Qué demonios! dices. Pero si la ciencia abstracta es un lujo y la práctica de la medicina una farsa; si ley significa injusticia y los inventos mecánicos son puros instrumentos de robo; si la escuela, a diferencia de la sabiduría del hombre práctico, no va a servir de nada, y el arte sin la idea revolucionaria sólo puede degenerar, ¿qué hacer?

Hay una tarea inmensa y subyugante, un trabajo en el que tus actos estarán en completa armonía con tu conciencia, una empresa capaz de despertar a las naturalezas más nobles y más firmes.

¿Qué tarea? dices. Escucha.

Se abren ante ti dos caminos. Puedes corromper tu conciencia para siempre y acabar diciendo un día: Qué me importa la humanidad mientras yo goce plenamente de todos los placeres y la gente sea tan idiota como para permitírmelo. O puedes unirte a las filas de los socialistas y trabajar con ellos por la completa transformación de la sociedad. Este es el resultado inevitable del análisis hecho. Tal es la conclusión lógica a que todo ser inteligente ha de llegar si juzga con ánimo imparcial lo que ve en torno suyo y desecha los sofismas que le sugieren la educación de clase media y los puntos de vista interesados de la familia.

Cuando se llega a esta conclusión, se plantea un interrogante: ¿ Qué hacer? Fácil es la respuesta. Abandona el medio en que vives y en el que suele hablarse de los obreros como de un hatajo de bestias; únete al pueblo y el interrogante se aclarará por sí.

Descubrirás que, en todas partes, tanto en Inglaterra como en Alemania, lo mismo en Italia que en Estados Unidos, donde hay clases privilegiadas y oprimidos, se desarrolla un vigoroso movimiento entre las clases trabajadoras, un movimiento que busca destruir para siempre la esclavitud impuesta por los capitalistas, y echar los cimientos de una sociedad nueva basada en principios de igualdad y justicia. No basta ya el que la gente proclame su miseria en aquellas canciones que los siervos del siglo dieciocho cantaban y cuya melodía aún nos destroza el corazón. El trabajador actúa hoy con plena conciencia de sus actos, pese a todos los obstáculos que se oponen a su libertad. Centra sus pensamientos en lo que ha de hacer para que la vida, en lugar de mera maldición para las tres cuartas partes del género humano, pueda ser bendición para todos. Aborda los problemas más difíciles de la sociología, y lucha por resolverlos con su sólido sentido común, su observación y su amarga experiencia. Para llegar a entenderse con sus compañeros de desdicha, procura formar grupos, organizarse. Crea asociaciones, a duras penas sostenidas con sus magros aportes. Intenta ponerse de acuerdo con sus camaradas por encima de las fronteras, y hace más que todos los vociferantes filántropos por acelerar el advenimiento del día en que las guerras entre naciones resulten imposibles. Para saber lo que están haciendo sus hermanos, para mejorar su conocimiento de ellos, para elaborar y propagar sus ideas, sostiene (¡y a costa de cuántos esfuerzos!) una prensa obrera. ¡Qué lucha incesante! Qué trabajo, que constantemente exige reiniciarse. A veces para llenar los huecos que dejan la deserción, la flaqueza, la corrupción, las persecuciones; a veces para reorganizar las filas diezmadas por los fusiles y la metralla, a veces para reanudar estudios súbitamente interrumpidos por matanzas generalizadas.

Dirigen los periódicos hombres que han tenido que arrancar a la sociedad migajas de ciencia privándose del alimento y del sueño. Apoyan la agitación los céntimos que los trabajadores ahorran del mínimo estricto necesario para la vida. Y todo esto a la sombra del miedo constante a ver sus familias hundidas en la miseria si el patrono se entera de que su trabajador, su esclavo, es socialista.

Todo esto verás si te unes al pueblo. Y cuántas veces en esta lucha incesante ha exclamado en vano el trabajador, agobiado por el peso de sus dificultades: ¿Dónde están esos jóvenes que se educaron a costa nuestra, a los que vestimos y alimentamos mientras estudiaban? ¿Para quién construimos, doblando la espalda bajo pesadas cargas y vacíos los estómagos, esas casas, esas academias, esos museos? ¿Para quién imprimimos, pálidos y famélicos, los magníficos libros que ni leer podemos? ¿Dónde están esos profesores que proclaman saber toda la ciencia de los hombres, y a cuyos ojos, sin embargo, la humanidad significa tanto como una especie rara de orugas? ¿Dónde están esos hombres que predican la libertad y que jamás se alzan a defender la nuestra, que se aplasta a diario? ¿Dónde los escritores y poetas, dónde los pintores, ese hatajo de hipócritas. en suma, que hablan del pueblo con lágrimas en los ojos y que sin embargo jamás acuden a nosotros para ayudarnos en nuestra tarea?

Unos disfrutan complacientes su situación de cobarde indiferencia; otros, la mayoría, desprecian a la chusma y están siempre dispuestos a aplastarla si se atreve a atacar sus privilegios.

De cuando en cuando, es cierto, aparece en escena un joven que sueña con tambores y barricadas, y que busca escenas y situaciones sensacionales, pero que deserta de la causa del pueblo en cuanto percibe que el camino de las barricadas es largo, que los laureles que cuenta ganar en el camino tienen también espinas. En general estos hombres son aventureros ambiciosos que, tras fracasar en sus primeras empresas, buscan obtener los votos del pueblo, pero que más tarde serán los primeros en atacarlo, si se atreviese a intentar llevar a la práctica los principios por los que ellos mismos abogaron, y que quizás enfilen incluso el cañón contra el propietario si se atreve a avanzar antes de que ellos, los dirigentes, den orden.

Añadid a estos estúpidos insultos, el desprecio soberbio y la calumnia cobarde de un gran número, y ésa será toda la ayuda que los jóvenes de la clase media prestan al pueblo en su vigorosa evolución social.

Y luego preguntas, ¿qué hacer? ¡Hay tanto que hacer! ¡Todo un ejército de jóvenes podría hallar campo sobrado para emplear todo el vigor de su energía juvenil, toda la fuerza de su inteligencia y de su talento, ayudando al pueblo en la vasta empresa que ha emprendido!


¿Qué hacer? Escucha:

Vosotros, amantes de la ciencia pura, si estáis imbuidos de los principios del socialismo, si habéis comprendido el auténtico significado de la revolución que está llamando en este mismo instante a la puerta, ¿no véis que ha de remodelarse la ciencia toda para ponerla en armonía con los nuevos principios? ¿Que es tarea vuestra lograr en este campo una revolución mucho mayor que la lograda en todas las ramas de la ciencia durante el siglo dieciocho? ¿No comprendéis que la historia, que es hoy cuento de viejas sobre los grandes reyes, los grandes estadistas y los parlamentos, que la propia historia ha de escribirse desde el punto de vista del pueblo y de la larga evolución de los seres humanos? ¿Que la economía social, que no es hoy más que la santificación del robo capitalista, ha de estructurarse de nuevo desde sus mismos fundamentos a sus infinitas aplicaciones? ¿Que la antropología, la sociología, la ética, deben remodelarse por completo, y que las propias ciencias naturales, encaradas desde otro punto de vista, deben experimentar una modificación profunda, tanto en cuanto a la concepción de los fenómenos naturales como en cuanto al método de ordenación?

Pues bien, entonces, ¡a trabajar! Poned vuestro talento al servicio de la buena causa. Ayudadnos sobre todo con vuestra clara lógica a combatir el prejuicio y convertid vuestra síntesis en el fundamento de una organización mejor. Aún más, enseñadnos a aplicar en nuestros razonamientos diarios el valor de la auténtica investigación científica, demostradnos, como hicieron vuestros predecesores, cómo se arriesga el hombre a sacrificar hasta la vida misma porque la verdad triunfe.

Vosotros, médicos que habéis aprendido el socialismo por amarga experiencia, no os canséis nunca de decirnos hoy, mañana, en todo instante, que la propia especie humana se precipitará en la decadencia si el hombre sigue en las condiciones de existencia y de trabajo actuales; que todos vuestros medicamentos serán impotentes frente a la enfermedad mientras la mayoría de la especie humana vegete en condiciones absolutamente contrarias a lo que la ciencia considera sano. Convenced a la gente de que es la causa de la enfermedad la que hay que desarraigar, y mostradnos a todos que es necesario eliminarla.

Venid, y con vuestro escalpelo diseccionad ante nuestros ojos con mano firme esta sociedad nuestra que se precipita en la putrefacción y la muerte. Explicadnos lo que debería y podría ser una existencia razonable. Insistid, como verdaderos cirujanos, en que ha de amputarse el miembro gangrenado para que no envenene el organismo todo.

Vosotros que habéis trabajado en la aplicación de la ciencia a la industria, venid y decidnos con franqueza cuál ha sido el resultado de vuestros descubrimientos. Decid a los que no se atreven a avanzar con audacia hacia el futuro lo que las nuevas invenciones, lo que el conocimiento ya adquirido, lleva en su seno, lo que la industria podría hacer en condiciones mejores, lo que podrían producir los hombres fácilmente si trabajasen siempre con el objetivo de mejorar sus propias producciones.

Y vosotros poetas, pintores, escultores, músicos, si entendéis vuestra auténtica misión y los mismos intereses del arte, venid con nosotros. Poned pluma, pincel y buril, vuestras ideas, al servicio de la revolución. Pintad ante nosotros, en estilo elocuente, en soberbios cuadros, las luchas heroicas del pueblo contra sus opresores, inflamad los corazones de nuestra juventud con aquel glorioso entusiasmo revolucionario que inflamó las almas de nuestros ancestros. ¡Contad a las mujeres qué noble vida es la del marido que dedica su vida a la gran causa de la emancipación social! Mostrad a los hombres qué odiosa es su vida actual, y señalad claramente las causas de su fealdad. Decidnos cómo habría de ser la vida racional, si no chocase, constantemente, a cada paso, con la locura y la ignominia de nuestro orden social presente.

Por último, todos vosotros que tenéis ciencia, talento, capacidad, ingenio, si poseéis una chispa de comprensión, venid, y que vengan vuestros camaradas, venid y poneos al servicio de quienes más os necesitan. Y recordad, si venís, que no lo hacéis como amos, sino como camaradas de lucha; que no venís para gobernar sino para ganar nuevo vigor vosotros mismos en una vida nueva que avanza incontenible a la conquista del futuro: que venís menos a enseñar que a captar la aspiración de la mayoría; a adivinarla, a darle forma, y luego a trabajar, sin prisa y sin tregua, con todo el ardor de la juventud y toda la prudencia de la madurez, para convertirla en vida real. Entonces y sólo entonces, llevaréis una existencia completa, noble, racional. Entonces veréis que vuestro esfuerzo en este viaje rinde abundantes frutos, y esta sublime armonía asentada entre vuestras acciones y los dictados de vuestra conciencia os proporcionará una capacidad y unos poderes que jamás soñásteis tuviérais en vosotros, la lucha incesante por la verdad, la justicia y la igualdad entre todos los hombres, cuya gratitud ganaréis ..., ¿Qué carrera más noble podéis desear, oh jóvenes de todos los pueblos?

Me ha llevado mucho mostraros, a vosotros, los de las clases acomodadas, que ante el dilema que la vida presenta, os veréis forzados, si sois valerosos y justos, a venir y trabajar codo a codo con los socialistas, a defender en sus filas la causa de la revolución social de la especie.

¡Y qué simple es esta verdad, sin embargo, después de todo! Pero cuando uno habla a los que han sufrido los efectos de los medios burgueses, ¡cuántos sofismas han de combatirse, cuántos prejuicios superarse, cuántas objeciones interesadas desecharse!


A los jóvenes de la clase trabajadora

Es fácil ser breve hoy, al dirigirme a vosotros, la juventud del pueblo. La presión misma de los hechos os empuja a haceros socialistas, por poco coraje que tengáis para pensar y actuar.

Nacer entre la gente trabajadora, y no dedicarse a luchar por el triunfo del socialismo, es interpretar mal los auténticos intereses en juego, renunciar a la causa y a la verdadera misión histórica.

¿Recordáis cuando, siendo aún simples muchachos, bajábais un día de invierno a jugar en vuestro patio oscuro? El frío os helaba la espalda, no teníais abrigo, y el barro calaba vuestros pobres zapatos. Incluso entonces, cuando veíais pasar a lo lejos rechonchos niños ricamente vestidos, que os miraban con desprecio, sabíais muy bien que aquellos niños no eran iguales a vosotros ni a vuestros camaradas, ni en inteligencia ni en sentido común ni en energía. Pero más tarde, cuando fuísteis obligados a sepultaros en una sucia fábrica desde las siete de la mañana, a permanecer horas interminables junto a una máquina y, máquinas vosotros, os vísteis forzados a seguir día tras día, durante años enteros, sus movimientos y giros con inexorable pulsación, durante todo este tiempo, ellos, los otros, recibían tranquilamente una instrucción en escuelas magníficas, en academias, en la universidad. Y ahora esos mismos niños, menos inteligentes, pero mejor adiestrados que vosotros, se han convertido en vuestros amos, disfrutan de todos los placeres de la vida y de todas las ventajas de la civilización. ¿ Y vosotros? ¿ Qué destino os aguarda?

Volver a viviendas pequeñas, oscuras, húmedas, en las que se hacinan en unos cuantos metros cinco o seis seres humanos. Donde tu madre, cansada de vivir, envejecida por el trabajo más que por los años, te ofrece pan y patatas como único alimento, enjugado con un brebaje negruzco irónicamente llamado té. Y para distraer tus pensamientos hay siempre una misma pregunta inacabable: ¿Cómo podré pagar mañana al panadero, y pasado mañana al casero?

¿Vas a arrastrar la misma existencia agotadora de tu padre y tu madre treinta o cuarenta años? ¿Vas a consumirte toda tu vida para procurar a otros todos los placeres del bienestar, la ciencia, el arte, y dejar para ti mismo únicamente la eterna ansiedad de si vas a poder conseguir un pedazo de pan? ¿Vas a renunciar para siempre a todo lo que hace tan hermosa la vida y consagrarte a proporcionar todos los lujos a un puñado de vagos? ¿Te consumirás en un trabajo agotador que te reportará sólo problemas, si es que no miseria, en cuanto los tiempos difíciles, los terribles tiempos difíciles, te lleguen? ¿Es esto lo que deseas para toda la vida?

Quizás renuncies. Quizás al no ver ningún medio de salir de tu condición te digas: Generaciones enteras han sufrido igual suerte, y yo, que no puedo cambiar esto, debo someterme. ¡Trabajemos pues y procuremos vivir lo mejor posible!

Muy bien. En ese caso la propia vida se tomará la molestia de iluminarte. Un día llega una crisis, una de esas crisis que ya no son meros fenómenos pasajeros, como antes, sino una crisis que destruye completa una industria, que hunde a miles de obreros en la miseria, que destroza a familias enteras. Lucharás contra la desgracia como el resto. Pero verás pronto que tu mujer, tu hijo, tu amigo, sucumben poco a poco a las privaciones, se desmoronan ante tus propios ojos. Por pura necesidad de comida, por falta de cuidados y de asistencia médica, acaban sus días en el jergón del pobre, mientras el rico vive su vida gozosa en las calles soleadas de la gran ciudad, ignorando a los muertos de hambre. Comprenderás entonces lo absolutamente repugnante que es esta sociedad. Reflexionarás entonces sobre las causas de esta crisis, y tus reflexiones penetrarán hasta las profundidades de esa abominación que coloca a millones de seres a merced de la codicia brutal de un puñado de frívolos inútiles. Entonces comprenderás que los socialistas tienen razón cuando dicen que nuestra sociedad actual puede y debe ser reorganizada por completo.

Pasemos de la crisis general a tu caso concreto. Un día en que tu patrón intenta una nueva reducción de salarios para exprimirte unos céntimos más y aumentar así, aún más, su fortuna, protestas. Pero él te contesta altivo: Pues vete y come hierba, si no quieres trabajar al precio que te ofrezco. Entonces comprenderás que tu patrón no sólo intenta esquilarte como a una oveja, sino que además te considera una especie de animal inferior; que no contento con tenerte apresado en sus garras implacables por el sistema salarial, ansía además convertirte en su esclavo en todos los aspectos. Quizás te doblegues entonces, prescindas del sentimiento de dignidad humana y acabes soportando todas las humillaciones posibles. Pero quizás se te suba la sangre a la cabeza, te estremezcas ante la odiosa pendiente por la que te deslizas, contestes y, sin trabajo, en la calle, comprendas cuánta razón tienen los socialistas cuando dicen: ¡Rebélate! ¡Alzate contra esta esclavitud económica! Entonces vendrás y ocuparás tu puesto en las filas socialistas, y lucharás en ellas por la completa destrucción de toda esclavitud: económica, social y política.

Todos vosotros, pues, jóvenes honrados, hombres y mujeres, campesinos, trabajadores, artesanos, soldados, comprenderéis cuáles son vuestros derechos y os uniréis a nosotros. Vendréis a trabajar con vuestros hermanos para preparar esa revolución que barrerá todo vestigio de esclavitud, que arrancará toda cadena, que quebrará todas las tradiciones viejas y gastadas y que abrirá a la especie humana un campo nuevo y mayor de vida jubilosa y establecerá al fin libertad verdadera, igualdad real, fraternidad sin trabas entre todos los seres humanos. Trabajo de todos, trabajo para todos: ¡el goce pleno de los frutos del trabajo, el desarrollo completo de todas las facultades, una vida racional, humana y feliz!

No dejes decir a nadie que nosotros, sólo un pequeño grupo, somos demasiado débiles para alcanzar el majestuoso objetivo al que nos dirigimos. Mira y verás cuántos hay que sufren injusticia. Nosotros, labradores que trabajamos para otro, y mascamos paja mientras el amo come trigo, nosotros, somos millones de hombres. Nosotros, trabajadores que tejemos la seda y el terciopelo para poder vestir andrajos, nosotros, también, somos una multitud innumerabie; y cuando el estruendo de las fábricas nos conceda un momento de reposo, inundaremos calles y plazas como el mar en una marea viva. Nosotros, soldados a quienes se conduce con una voz de mando, o a golpes, nosotros, que recibimos balas para que nuestros oficiales consigan cruces y pensiones, nosotros, también, pobres idiotas que no hemos sabido hasta ahora nada mejor que enfilar los fusiles contra nuestros hermanos, sólo tendríamos que volverlos atrás, hacia esos personajes emplumados y condecorados que son tan buenos como para mandarnos, para ver que una palidez de pavor cubriría sus rostros.

Ay, todos nosotros juntos, nosotros que sufrimos y somos insultados diariamente, nosotros somos multitud infinita, nosotros somos océano que puede abarcar todo y cubrir todo. Cuando tengamos la voluntad de hacerlo, en ese mismo instante, habrá justicia: en ese mismo instante morderán el polvo los tiranos del mundo.